Reflexiones Vicentinas al Evangelio: XXII Domingo de Tiempo Ordinario

por | Ago 27, 2016 | Reflexiones | 0 Comentarios

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Evangelio: (San Lucas 14:7-14)

Jesús les dijo: “Cuando te inviten, ponte en el último lugar y así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo, ven más arriba. Esto será un gran honor para ti ante los demás invitados. Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.” Jesús dijo también al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una comida, no invites a tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos, porque ellos a su vez te invitarán a ti y así quedarás compensado. Cuando des un banquete, invita más bien a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. ¡Qué suerte para ti si ellos no pueden compensarte! Pues tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.”

Reflexión:

La humildad está reconociendo que con ser escogidos por Dios somos levantados a compartir en riquezas divinas y concedidos con la gran dignidad de compartir en la vida de Dios. Si esto es como Dios se relata con nosotros, entonces esto es como el discípulo se relata a otros. Así como Dios ha otorgado dignidad sobre nosotros, así nosotros derramamos sobre otros con dignidad. Si deseamos que Dios nos invite al banquete divino, entonces nos extendemos a todos otros sin tomar en cuenta su estatus social, económico, religioso o estado cultural. Antes de que discípulos puedan ser anfitriones de los pobres y desfavorecidos, tienen que humildemente reconocerse con aquellos que han recibido un lugar de honor en la mesa del banquete. Humildad es poder reconocer que somos dotados, enriquecidos y alimentados por Dios para que podamos entonces dar la mano a otros en la misma manera. (Liturgia Viviente)

Meditación Vicentina:

“San Vicente pide a sus seguidores que sean humildes, y sirvientes amorosos de los pobres. Sabemos que él dio gran importancia a la humildad en todo lo que hacemos para el pobre. Lo hizo porque era su convicción y fruto de su propia meditación en la manera de vida vivida por Jesús. San Vicente también estaba convencido que era de suma importancia que los pobres se sintieran cómodos en nuestra presencia. Lo que hacemos para ellos tiene que venir, no solo de un corazón amoroso, pero también de un corazón humilde. En una declaración sorprendente al final de una de sus conferencias, San Vicente comparte la convicción que por muy caritativos que seamos, si no somos humildes, no tenemos caridad real.”

(McCullen, Cosas Profundas)

Discusión: (Compartan ideas sobre estas lecturas después de un momento de silencio)  

¿Cómo vivimos nuestros valores básicos de humildad en el espíritu de San Vicente?

Oración de Clausura:

O Dios, por medio de Cristo, el Sirviente compasivo,

 -Danos un amoroso y humilde corazón.

O Dios, por medio de Cristo, el Sirviente humilde,

 -Danos un amoroso y humilde corazón.

O Dios, por medio de Cristo, el Sirviente amoroso,

-Danos un amoroso y humilde corazón. ¡Amén!

Autora: sor Kieran Kneaves, HC
Fuente: Sociedad de San Vicente de Paúl en Estados Unidos.

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