2 Ts 2, 1-3.14-17; Sal 96, 10-13; Mt 23, 23-26.
“No merecía mi amor”
“…y descuidan lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe!”
La princesa estaba en busca de su prometido; entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo que no tenía más riqueza que el amor y la perseverancia. El plebeyo dijo: “Princesa, soy pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor. Estaré como pides, cien días sentado bajo tu ventana”.
El plebeyo permaneció afuera del palacio, soportando el sol, los vientos, la nieve y las noches heladas, firme en su empeño sin desfallecer un momento. Todo iba de maravilla pero al llegar el día 99, se levantó y, sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar donde había permanecido.
Cuando se le preguntó por qué perdió esa oportunidad, ¿por qué se retiró? Con profunda tristeza el plebeyo contestó: “La princesa no me ahorró ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. No merecía mi amor”.
Busquemos hacer un acto de caridad a quienes nos rodean, no vaya a ser que, ocupándonos por cumplir la ley, descuidemos lo más importante: el amor y la comprensión de los demás.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Yolanda Elvira Guzmán, H.C.
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