Ez 34, 1-11; Sal 23, 1.3-6; Mt 20, 1-16.

¿Te da envidia que yo sea generoso?

¿Cuántas veces no hemos murmurado o reclamado ante las decisiones de otros? Diría Jesús que tire la primera piedra quien nunca ha caído en esta debilidad que carcome nuestra vida hasta traspasarla y destruir su blando tejido.

Recuerdo hace algunos años un hecho heroico que tiene que ver con dar sin reclamar. Una mujer, Ágata Mróz, jugadora de la selección polaca de voleibol, modelo y deportista extraordinaria, dos veces campeona de Europa. Se casó con Jacek Olszewski.

Pero, no mucho tiempo después, estando embarazada, tuvo que luchar contra el cáncer, pero rechazó todo tratamiento que pusiera en peligro la vida de su hija. Y su hija Liliana nació en abril de 2008. Ágata Mróz dijo, antes de morir: No me arrepiento de mi decisión. Si tuviera que optar de nuevo, tomaría la misma decisión. Soy feliz y me voy satisfecha.

Estamos llamados a hacer un camino diferente con Jesús, a veces nos toca reír, otras veces sufrir o llorar. Tal vez deberíamos aprender de esta gente heroica que tiene la valentía de tomar decisiones sin envidiar la vida del otro, sin murmurar ante las pruebas de la vida. Dios da a cada uno según su generosidad.

¿Cómo es mi actitud ante los demás, cuando no estoy conforme con algo? ¿Es mi reclamo como un quejido interminable ante lo que me toca vivir?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Yolanda Elvira Guzmán, H.C.