Qo 1, 2; 2, 21-23; Sal 89, 3-17; Col 3, 1-5. 9-11; Lc 12, 13-21.
“Vanidad de navidades, dice el Qohelet”. (Primera lectura) “Busquen los bienes de arriba, donde está Cristo… Cuando aparezca Cristo –vida nuestra– entonces también ustedes estarán junto con él en la gloria” (Colosenses).
Cuando el gatito intenta atrapar el delgado rayo de sol que entra por la ventana, pierde su tiempo.
Lo mismo que tú si te empeñas en atrapar la felicidad aumentado tus caudales y sin mirar para tu prójimo herido. Así le sucedió al acumulador del evangelio de hoy, que agrandaba sus graneros para luego “decirse a sí mismo”… “date a la buena vida”. Él era su propio interlocutor, pues sólo pensaba y hablaba para sí mismo. Por la noche le dio un ataque al corazón (ése día supo que lo tenía) y sus caudales fueron a manos de un sobrino que se los gastó pronto en drogas y una noche se ahogó de sobredosis.
Así los acumuladores y así el sistema. Si un padre deja morir de hambre a su hijo, es un criminal empedernido, y su destino es la cárcel. Pero si esto lo hace el organizado Estado con miles de personas, nadie se hace responsable, nadie va a los tribunales ni pisa la cárcel.
Hoy pedimos especialmente por los jóvenes –en su Jornada Mundial en Cracovia– para que, apasionados por Jesucristo, quieran con alegre y perseverante decisión, reinventar esta “cueva de ladrones” en que hemos convertido el sagrado templo del mundo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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