1 Jn 4, 7-16; Sal 33, 2-11; Jn 11, 19-27.
“Tu hermano resucitará”
“Cuando Marta, (hoy celebramos su fiesta) supo que Jesús venía en camino, salió a su encuentro”… “Después fue a buscar a María y le dijo: El Maestro está aquí, y te llama. Apenas lo supo María, se levantó y fue al encuentro de Jesús”. Lázaro, el hermano de ambas, había fallecido. Jesús las confortó: “Tu hermano resucitará… Yo soy la resurrección y la vida”. Y, para mayor alegría de las hermanas, se los devolvió vivo.
Me fijo hoy en la prontitud de ambas por encontrarse con Jesús. Y podemos recordar que Dante, antes de describir en su obra los diversos círculos del infierno, habla de una fría antecámara donde estaban retenidos lo que “ni se rebelaron contra Dios, ni le fueron leales”. Virgilio le dice: “No hablemos más de ellos; míralos y pasa”. Son los tibios; ni buscaron con pasión ni con pasión se cerraron. En contraste con ellos (¿nosotros?), me alegra la prontitud de Marta. “En cuanto supo que Jesús venía en camino, salió a su encuentro”. No sólo eso, además sirvió de puente para que también María lo hallara.
¡Gracias, Marta y María, por vuestra rápida y apasionada manera de ir al más gozoso encuentro! Jesús es siempre el infinitamente sorprendente. Él viene en camino. ¿Cómo seguir tristeando en la tibieza y sin buscarlo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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