Jer 13, 1-11; Sal: Deut 32, 18-21; Mt 20, 20-28.
“…uno a tu derecha y otro a tu izquierda”
Hoy muchas poblaciones de variados países celebran la fiesta del apóstol Santiago. Su cariñosa madre, en el evangelio arriba citado, le pidió a Jesús (¿o fueron ellos mismos?) que los sentara en su Reino uno a su derecha y otro a su izquierda. Seguramente no se atrevió a señalar quién de ellos a la derecha, para evitar pleitos.
De hecho, “los otros diez se indignaron contra los dos hermanos”. ¿Quién se han creído que son? ¿Por qué antes que nosotros?… Y ese resto de letanía por las importancias… que conocemos mejor que sumar dos más dos. Ciertamente, Santiago y Juan, juntamente con Pedro, eran del grupo de más intimidad con Jesús. Los llama a acompañarlo en momentos especiales como en la resurrección de la niña de Jairo, en la Transfiguración, en la oración de Getsemaní. Y Santiago será el primer apóstol martirizado, a manos de Herodes Agripa.
Jesús –pacientemente amoroso– aprovecha la ocasión para enseñarles (y enseñarnos) que “quien quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor”, que la autoridad no es para crear psicología de diosecillos, sino para servir a los demás. ¿Cuándo aprenderemos en la iglesia, en la sacristía, en el grupo, en la comunidad, a hacerle caso a Jesús? El mundo no es nuestro modelo; lo es Jesús. Y él no vino a ser servido, sino a servir…
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
0 comentarios