“Él cargó con nuestras enfermedades”
Lam 2, 10-14 | Sal 73 | Mt 8, 5-17.
Hoy leemos en el evangelio la narración de dos milagros, dos curaciones: la del hijo del centurión y la de la suegra de Pedro. Al final nos dice que muchos endemoniados y enfermos eran sanados con sólo una palabra de Jesús. “Sólo con una palabra tuya mi muchacho quedará sano”, le dice el centurión romano. A la suegra de Pedro la toma de la mano. Palabras y gestos que sanan, que devuelven la fuerza, que expulsan el mal y liberan a los hombres. Palabras y gestos que regeneran la vida, que devuelven la esperanza y dan fortaleza.
Al paso de Jesús se va haciendo la luz y van brotando las flores de una vida renovada. A su paso los hombres vuelven a tener proyectos, el camino de los hombres vuelve a tener sentido.
¿Ha pasado de veras Jesús por tu vida? ¿Te han mirado sus ojos y te han tocado sus manos? ¿Ha llenado de luz y de sentido tus pasos y han brotado en tu existencia las rosas y amapolas, hortensias y violetas del gozo, la alegría, la esperanza, la generosidad?
¿Y cómo es tu paso por la vida? ¿Qué cosas surgen a tu paso? ¿Luz, armonía, paz, consuelo? ¿Amargura, tristeza y violencia? ¿Se podrá decir de nosotros que pasamos por la vida haciendo el bien?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, C.M.
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