“Donde está tu tesoro, también está tu corazón”
2Re 11, 1-4. 9-18 | Sal 131 | Mt 6, 19-23.
¿Qué es lo que se puede comprar con el dinero? Ciertamente muchas cosas, necesarias o superfluas. Se puede conseguir comodidad y lujos, todo tipo de servicios, viajes y diversiones sofisticadas. También se puede comprar una buena educación, servicios de salud adecuados, estabilidad para la familia, seguros de toda clase para los hijos. ¿Y qué más? Bueno, se puede comprar la “fidelidad” de mucha gente, hasta un puesto de poder en la administración pública, fama, reconocimiento. ¿Algo más? Sí, se puede tener una casa grande y hermosa y una buena tumba en el mejor panteón.
¿Nada más? ¿Y la paz del alma? ¿Y el sentirse amado y amar a alguien con locura?¿Y la armonía y el gozo de la familia que ríe y come y disfruta el estar reunida? ¿Y la satisfacción de ir a la cama cansado y feliz? ¿Y la esperanza, los anhelos, las ilusiones? ¿Y la amistad verdadera, la cercanía sincera y desinteresada de quienes te quieren? ¿Y el sentarte una noche frente a las estrellas, sereno y feliz sintiéndote abrazado por todos lados por un Padre lleno de amor y grandes proyectos para ti?
¿Y la salvación, la vida eternamente vivida en la luz infinita del Padre? Todo esto, ¿con qué se compra?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, C.M.
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