“Han oído que se dijo: Ojo por ojo”
1Re 21, 1-16 | Sal 5 | Mt 5, 38-42.
¡Era una ley muy generosa y muy justa! Si te sacan un ojo, no le saques tú los dos a quien te agredió, solamente puedes sacarle uno.
Podría parecernos una práctica “equitativa”, pero lo cierto es que no cambiaba nada. No construía relaciones más respetuosas, menos violentas, más fraternas. Era una forma de perpetuar los conflictos y la venganza. No cambiaba nada.
Y lo que Jesús quiere es que cambie algo. Nos propone construir una nueva realidad, basada en nuevas relaciones entre los hombres. Por ello su propuesta es totalmente revolucionaria: si te golpean una mejilla, presenta la otra; si te ponen pleito para quitarte la túnica, déjales también el manto. Con tu actitud demuestras que el hombre no fue creado para pelear ni para abusar de los demás. Con ello das testimonio de que una nueva realidad es posible, que el hombre no existe para ser lobo frente a sus semejantes, sino hermano de todos.
Ésa es la revolución que Jesucristo puso en marcha, la revolución del amor, la única que puede cambiar al mundo y hacer de él el hogar común de una misma familia, la familia de los hijos de Dios.
¿Te unes a la revolución, o te quedas con la ley caduca y mezquina de la revancha y del rencor?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, C.M.
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