Mi nombre es María, tengo 9 años y soy una de los alumnos del Colegio Fundación Marillac en San Gil – Colombia. Me gustaría decirles algo sobre mí y cómo la maravillosa Escuela Marillac me ha ayudado a lograr muchas cosas que eran imposibles hace 3 años. Cuando llegué a la Escuela Marillac en febrero de 2014 yo tenía problemas para andar. Mis piernas eran muy débiles. No tenía equilibrio y solo podía dar sólo algunos pasos. La mayoría del tiempo estaba en el suelo arrastrándome o acostada. Yo no podía hablar bien y no era capaz de sostener una cuchara, una taza o un lápiz. No me habían enseñado a usar el baño. Estaba muy limitada manual y físicamente. No podía ser independiente. Necesitaba ayuda todos los días y noches. Yo no era feliz. Sufría constantemente. Ante nuevos lugares y personas me sentía muy insegura y nerviosa. Estaba asustada.
Yo nací el 20 de octubre de 2006 con muchos desafíos. Mi mamá durante su embarazo estaba enferma y casi tuvo un aborto. Los doctores la ayudaron a mantenerme viva. Después tuvieron que inducir el parto, porque yo no quería salir de mi madre. Para conseguir que saliera usaron los fórceps. Al principio yo no mostré señales de lesión en el cerebro, pero a los pocos meses mis padres notaron que estaba demasiado callada y que no me movía como los bebés normales. Yo estaba muy débil y tenía problemas en el sistema respiratorio y urinario. Mis piernas y brazos eran débiles, mi cuello inmóvil y no podía mover la cabeza. Tenía convulsiones y una medicación muy fuerte. Mis pies estaban rígidos y a los 5 años tuve que operarme. Después de ir 3 años en la escuela local los maestros no sabían qué hacer conmigo. Mi habilidad para aprender era diferente de la de los otros niños. La mayor parte del día tenía que estar sola sentada muy deprimida y nerviosa. Yo estaba triste y frustrada porque no era capaz de hacer las cosas que hacían los otros niños y sufría enormemente. Yo estaba en crisis.
Cuando llegué a la Escuela Marillac no fui feliz en absoluto, me costó adaptarme. Las actividades, los terapeutas, los maestros, el amor de las Hermanas y el amor de mis compañeros me ayudaron enormemente a avanzar en mi camino hacia el desarrollo. La atención y cuidado que yo recibí ayudó a mis padres y a mi familia a comprender y creer en mi gran potencial.
Ahora puedo caminar y a veces intento correr. Puedo alimentarme, sostengo mi taza, puedo dibujar, pintar, bailar y saltar. Puedo tirar una pelota y recoger objetos pequeños. Me gusta el agua y puedo dar puntapiés muy fuertes en la piscina. Yo puedo cantar y decir unas cuantas palabras pero, sobre todo, puedo ser más independiente. Ahora puedo usar el baño y ya no necesito usar pañales. Puedo seguir sencillas instrucciones sin supervisión. Soy muy afectuosa con mi familia, maestros, compañeros y Hermanas. Me gusta la terapia física y aún más la terapia de caballo. Estoy aprendiendo a leer y puedo diferenciar y leer más de 150 palabras. ¡No he tenido una crisis de conducta en mucho tiempo y la mayor parte del tiempo soy una muchacha feliz! Mis padres y yo agradecemos la bondad de Dios por haberme concedido la oportunidad de estar aquí. Hay muchos niños que, como yo, necesitan este lugar, la mayor parte de nosotros pertenecemos a familias con ingresos muy bajos y por ello quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerles a ustedes su ayuda a las Hermanas para que este lugar mejore para nosotros. Gracias por ayudarles a contratar a más maestros y terapeutas que pueden proporcionarnos una ayuda más profesional y apoyarnos en nuestro desarrollo. Nosotros somos mejores gracias al amor de tantas personas que ayudan a este lugar. Gracias y que Dios les bendiga.
Fuente: http://www.daughtersips.org/
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