Día Vicentino de ayuno y oración
Martes 7 de junio de 2016(FINAL)
Descubriendo a Dios en silencio — Dios da esperanza — Remánguese la camisa — Líder Vicentino, un servidor
Descubriendo a Dios en silencio — Yo sé que suelo escribir sobre esto. Es que pienso que es la mejor manera de encontrar la comodidad, amor, alegría, conocimiento y muchas otras cosas. Así que ahora me encuentro con este tema en una revista (Shalom Tidings) que me dio un compañero en la iglesia el domingo. El primer artículo que veo es de la Hermana Mary Clare O.C.D. y aquí esta: “Dios no puede ser encontrado entre el ruido y la agitación. Su verdadero poder y amor esta revelado en lo que apenas es perceptible, en la ligera brisa que requiere que uno se quede quieto para poderla sentir. En silencio, Dios nos escucha. Yo escucho a Dios en silencio. En silencio Dios le habla a nuestras almas y el poder de Su palabra es suficiente para transformar nuestro ser. No podemos hablar con el mundo y con Dios al mismo tiempo. Necesitamos el espacio sagrado que el silencio crea para que tengamos atención exclusiva en Dios, aun si es solo en unos muy pequeños pero preciados momentos de nuestro día. La persona que ha encontrado a Dios, y Lo busca con amor, volverá a los lugares silenciosos donde la dulzura de Su presencia aún perdura”. No hay nada que yo pueda agregar a esto, está bien escrito, así que yo creo y sigo el consejo. Sus palabras son para que usted las reflexiones en su trabajo Vicentino, descubriendo a Dios en silencio.
Dios da esperanza — Dios siempre nos da esperanza a nosotros como Vicentinos, que estamos llamados a servirlo en los pobres. Ellos no siempre lo reconocen y nosotros mismos a veces, tampoco. Dios nos llama a compartir nuestra fe. No siempre la compartamos con palabras o símbolos. Lo hacemos mejor con acciones. Vivimos el evangelio y lo llevamos en nuestro corazón. Vivimos la eucaristía y también la llevamos con nosotros. Esa es nuestra fortaleza y salvación, y esperanza para muchos. Nuestro compromiso con la llamada Vicentina de Dios es como un matrimonio. La primera regla es no juzgar o tratar de cambiar. Debemos aceptar a los que servimos por lo que son. Debemos ser pacientes y amables, y marcar la diferencia amorosamente. Así como el matrimonio, nuestro llamado a ayudar a los pobres es sacramental y oramos por eso, reciba los sacramentos y lleve el amor a los que sirve. En el matrimonio debemos tener fe así como en el servicio. Nunca debemos prometer algo que no podemos dar, pero asegurémonos de escuchar y aprender a resolver problemas juntos. Finalmente debemos dar frutos. Siempre que servimos a servimos al Señor en los pobres es fructífero y está lleno de amor. Recemos, sirvamos y sigamos la voluntad de Dios. Dios da esperanza, amor y misericordia. Es una bendición tenerlo en nuestro servicio. Padre, Hijo y Espíritu Santo son uno solo para dar la esperanza de que todos somos amados.
Remánguese la camisa — Esto es un viejo dicho que implica que todo el mundo debe ponerse a trabajar para lograr el trabajo. Alguien le dijo al Papa Francisco que sus palaras lo habían inspirado a dar mucho más a los pobres. La respuesta del Papa fue para retar al hombre a que no solo diera dinero, sino que se remangara la camisa, se ensuciara las manos, y realmente les llegara y los ayudara. Esto no suele salir bien a la primera, pero debemos seguir intentando. Véase a usted mismo como un gran eslabón en la cadena del servicio a los pobres. Dios nos ha creado para hacer grades cosas. Sabemos que estamos llamados a servir a los pobres, a pastorear sus ovejas y hacerlo de forma que los levantemos de la pobreza. No abandonamos. Seguimos adelante. Hacemos el trabajo de Dios y frecuentemente no vemos el éxito. Debemos recordar que nuestro éxito le pertenece a Dios a través de nuestras manos y definitivamente nos lo dirán en la próxima vida. Así que debemos confiar siempre en Dios. Muchas veces cuando estamos cansados o adoloridos es cuando mas servimos con mayor comprensión y presencia amorosa. Nuestro sufrimiento se conserva intacto, pero cuando sufrimos, tenemos más empatía por los pobres y los podemos ayudar mejor. Servimos a Dios en los pobres y nunca estamos perdidos, pues el Señor está con nosotros. Dios nos ha dirigido hacia los extraños y nos llama a compartir Su misericordia y amor remangándonos la camisa para completar la tarea con mucho amor.
Líder Vicentino, un servidor — Ser un líder en la Sociedad de San Vicente de Paul es convertirse en un servidor, igual entre sus pares. No ha jefes, liderazgo es colaboración. “Estar en el poder es como ser una dama. Si usted tiene que recordarles los demás que usted lo es, no lo es” (Margaret Thatcher). Ser un servidor es el mejor motivador para el cambio. Si usted tiene tanta suerte como para tener un líder servicial como presidente, es mucho lo que usted aprenderá, y sea un verdadero miembro entusiasta para asumir la mayor responsabilidad de ser llamado para servir a los que Dios pone frente a usted. Ser un líder servicial es moverse de verdad y casi garantía de que usted tendrá un maravilloso grupo de Vicentinos que de verdad se mueven para servir y dar esperanza, amor y éxito a todos los que están frente a nosotros. Vemos al preso diferente. Vemos a Jesús herido en el alcohólico o en el drogadicto, y con sirvientes queremos curar las heridas tal como lo hizo Jesús. Así como somos servidores, también somos bienaventurados. “Las bienaventuranzas hablan a nuestras experiencias personales. No las debemos ignorar” (Max Oliva SJ Autor). ¡Estamos convocados! “Me seguirás — si te llamo. ¿Darás a conocer mi nombre? Dejaras que Mi vida crezca en ti y tú en mi, y juntos seremos uno con los pobres.” Jesús.
Bendiciones,
Lynn
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