“Miren, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está listo; vengan a la boda”
Ez 36, 23-28 | Sal 50 | Mt 22, 1-14.
El pasaje evangélico del día de hoy refleja las normas que tenían los judíos respecto de los paganos. Las normas expresaban claramente que no podían sentarse a la mesa con los paganos, así es de que, algunos judíos que habían entrado a la comunidad cristiana conservaban aún esas costumbres y cuando había algún pagano a la mesa sencillamente se retiraban.
Vemos pues como este relato expresa una profunda esperanza de parte del pueblo de Dios para estar cerca de su Señor puesto que todos están invitados. A pesar de saber que todos están llamados sigue habiendo resistencia y se busca cualquier pretexto para no entrar al convite.
También en nuestros días recibimos una invitación al banquete, misma que es enviada por el párroco de nuestra comunidad, el responsable de los grupos y movimientos, hasta alcanza a los que rara vez pasan por la comunidad y que en ocasiones no nos agrada su presencia porque no son considerados aptos, porque son divorciados, madres solteras, drogadictos, etc.
Al final lo que nos va a hacer buenos no es un certificado de sacramentos recibidos, sino la fe en el amor gratuito de Dios quien nos pide esfuerzo personal para purificar nuestros corazones. Pensemos en los motivos por los cuales las personas no participan en nuestra comunidad, ¿se sienten incluidas? ¿hacemos el esfuerzo fraterno de incluirlas?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.
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