“Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos”
Ez 28, 1-10 | Sal 32 | Mt 19, 23-30.
Con esta expresión del camello y el ojo de una aguja es una manera de decir que es imposible algo, pues hubo alguien que se le ocurrió inventar una aguja gigante para hacer pasar a un camello. El Reino de los cielos tiene sus exigencias propias para alcanzarlo y nosotros seguimos recortándolo para hacerlo a nuestra medida.
Tanto el joven rico que cumple los mandamientos como los discípulos que dejan todo para seguir al maestro son desconcertados al observar que no es suficiente cumplir por cumplir o dejar por dejar, si no desemboca esto en compromiso con los pobres.
En nuestras comunidades debemos de aprender a hacer las cosas sin pensar en recompensa pues en boca de Pedro se refleja ese sentido de retribución a la que, que en el fondo, todos tendemos: “Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué recibiremos, pues?”.
Jesús propone un nuevo orden que rompe con nuestros esquemas mentales en donde los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. Es la propuesta de un mundo organizado para el bien común en donde todos somos importantes y los olvidados tienen voz.
En el sistema antiguo del contexto de Jesús se excluía a los pobres en el nombre de Dios y ahora Él invierte el sistema y piensa en ellos como algo prioritario. Optemos por cambios radicales y no por paliativos que nos entretengan y calmen la conciencia para creer que hacemos algo por los pobres.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.
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