“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne”
Ez 16, 1-15.60.63 | Sal 12 | Mt 19, 3-12.
El divorcio es una realidad muy triste que desde siempre han vivido muchas parejas, y los factores que originan esta decisión pueden variar. Pensemos en la falta de sinceridad, muestras de cariño, fidelidad entre ambos, tolerancia, etc. Que al final, si no se busca sanar eso, desemboca en una decisión muy lamentable que es la separación. Sabemos que esto no solamente afecta a la pareja sino que en el caso de haber hijos también les afecta a ellos y los llena de dolor.
Envueltos en una cultura del úsese y tírese, las parejas entran al matrimonio con la idea de que a la primera de dificultades no se quiere batallar y por lo tanto se separan como quien se quita un par de zapatos para ponerse otros sin mayor remordimiento.
En nuestras comunidades podemos encontrar espacios de formación para las parejas que en ocasiones son poco aprovechados pues no tenemos tiempo para eso y queremos todo rapidito pues hay que ir a apartar el casino donde será la fiesta y ver lo del vestido de la novia.
Las pláticas prematrimoniales tomadas adecuada- mente y con responsabilidad pueden ser herramientas que den fortaleza al vinculo que se adquirirá y espejo que nos permita ver nuestras virtudes y defectos e incluso nuestra compatibilidad como pareja. Empeñé- monos en buscar espacios de formación para que las parejas llegan al vinculo del matrimonio con el deseo de estar unidos para siempre.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.
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