“Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano”
Ez 9,1-7; 10,18-22 | Sal 112 | Mt 18, 15-20.
El fundamento de la fraternidad lo encontramos en el amor gratuito que nuestro Padre Dios nos tiene, de allí se desprende el diálogo que debe existir entre nosotros para la corrección fraterna. Todos en la vida necesitamos de alguien que nos muestre el camino a seguir cuando no estamos seguros qué dirección tomar o cuando estamos perdidos y lo que hacemos obstaculiza nuestro crecimiento personal y comunitario.
Para hacer una corrección a un hermano se necesita mucha humildad, no pensar que somos superiores a los demás y que podemos mirarlos por encima del hombro. Si no sabemos ejercer el puesto que tenemos en nuestra comunidad como quien está al cargo lastimaremos a los demás.
Generalmente en los grupos humanos existen relaciones tirantes, conflictos que, si uno va dejando pasar o se hace de la vista gorda o actúa en complicidad, vienen a fracturar el ambiente de concordia que pueda haber en el grupo y los proyectos se vienen abajo porque no se buscó una solución en tiempo y forma.
Es importante en los grupos en que participamos que se puedan calendarizar espacios de evaluación para que si existe algo que no esté ayudando a crecer a todos se pueda corregir. No podemos vivir con rencor por algo que pasó hace muchos años y que sigue afectando el presente. Busquemos acercarnos a aquella persona y atrevámonos a orientar, perdonar, o pedir perdón.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.
0 comentarios