“El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le matarán, y al tercer día resucitará”

Ez 1,2-5.24-28 | Sal 148 | Mt 17, 22-27.

En este pasaje evangélico podemos observar la resistencia de los discípulos para aceptar a Jesús como un Mesías sufriente, pues el peso histórico de su cultura sobre el mesías esperado nada tiene que ver con el sufrimiento, ellos esperaban a un mesías triunfador. Recordemos que en algún momento Pedro quiso cambiar el rumbo de su maestro y ahora lo vemos a él junto con los demás discípulos solamente entristecidos por el tema de la cruz. Aun existe en ellos cierta obstinación para aceptar el camino que sigue Jesús.

Valdría la pena ponernos a pensar en qué momento para nosotros el seguimiento de Jesús nos desanima. Para muchos vivir en un ambiente religioso es muy común pues se lleva en él desde que se era pequeño ya que la abuelita o la mamá les llevaban. Aunque hemos estado inmersos en un ambiente religioso y medianamente formados por medio de una instrucción catequética nos siguen asaltando esos sentimientos de desánimos cuando no vemos cumplidas nuestras oraciones o cuando nos va mal por causa del seguimiento de Jesucristo.

El camino de la cruz poco a poco va formando parte del marco de seguimiento de los discípulos de Jesús. A lo largo de la historia de la Iglesia muchos hombres y mujeres han seguido esa senda de vida, algunos derramando su sangre y otros entregando su vida en un compromiso fuerte con los más desprotegidos desgastándose hasta consumirse. Nosotros como comunidad, ¿a qué estamos dispuestos?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.