“¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes?”
Hab 1,12-2,4 | Sal 9 | Mt 17, 14-20.
El tema del niño epiléptico que en el tiempo de Jesús era considerado como endemoniado es un caso difícil por la fe débil que presentan los discípulos, no significa que no tuvieran fe sino que su fe era puesta a prueba por diversas circunstancias. Ellos reconocen que no han podido curarlo pero saben perfectamente quién lo puede hacer, por eso no dudan en acercarse a Jesús para que obre el milagro.
En realidad, la curación no solamente se realiza en el niño del cual Jesús saca un demonio, los discípulos también son curados y fortalecidos en su fe. Los discípulos en este pasaje evangélico representan a la comunidad que al lado del Maestro sigue aprendiendo pero que en ocasiones duda de lo que ha recibido y se siente incapaz de continuar la obra de liberación de su Señor.
Pensemos en nuestra comunidad en aquellas circunstancias en que los momentos difíciles llegan y no sabemos qué hacer. Dudamos de lo que hemos recibido, no creemos en su fuerza o cualquier viento en contra nos hace tambalear. Definitivamente que todos necesitamos madurar en nuestra fe mediante tres pasos muy importante de crecimiento: 1. Recibir la formación adecuada que nos permita seguir creciendo; 2 Tener la información pertinente pues en un mundo con tantas propuestas nos confundimos en ocasiones; 3 Los puntos anteriores nos llevan a una transformación y crecimiento en la fe, comunitaria e individualmente.
¡Sigamos caminando juntos!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.
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