¡Estamos en Quercianella! Llegamos –niños de la escuela media, hermanas, educadores y animadores de juventud– de cuatro sitios diferentes: La Spezia, Pontassieve, Basilicanova y Grosseto para el segundo encuentro de este año, conectado con el anterior, enfocado en el carácter del Buen Samaritano con el título “Con Jesús en el camino. El amor es relacionarse“.
Después de los abrazos que expresan la alegría de encontrarnos, una apetitosa merienda preparada con todo el cariño en el prado entre los pinos obliga a refugiarse bajo un árbol y un cielo azul que parecía pintado, los jóvenes divididos en equipos estuvieron entretenidos en varios juegos – que a través de la conquista de algunos artículos (ollas, piedras, tierra, zarzas y semillas), contribuyeron a organizar la vigilia que se celebró antes de la cena. Deseamos compartir con ustedes el significado profundo de estos artículos que los jóvenes han sido ayudados a encontrar, porque pueden ser una reflexión para todos… El logotipo del Año Jubilar de la Misericordia representando el descenso de Jesús a los Infiernos nos ayudó.
La vigilia empezó precisamente con un “descenso” hacia el mar, llevando en las manos un frasco con tierra dónde pusimos algunos de los artículos ganados en los juegos: representaban nuestra vida que habíamos buscado tener en nuestras manos; allí descubrimos la presencia de tantas cosas importante para nosotros (las piedras), pero también los muchos compromisos (las zarzas) y finalmente las personas más importante para nosotros (las semillas). Cuando llegamos al mar, después de una reflexión en silencio, cada uno quitó lo que él piensa que no es importante para su vida sino que la hace más pesada o la sofoca… Cuando regresamos entramos en la iglesia dónde encontramos la primera herramienta necesaria para nuestra vida: el agua de la oración. Pasando al vestíbulo, descubrimos el segundo elemento: la azada que representa el ayuno. Finalmente llegamos al comedor dónde encontramos el tercer elemento: el pan de la caridad. ¡Estos eran los tres compromisos que marcan el camino de la Cuaresma indicados por el propio Jesús! ¡El pan – de hecho varios trozos de pan – en diferentes puntos de la mesa, nada más… excepto el pan! ¡¡¡La sorpresa!!! Nadie pudo sentarse a la mesa: las sillas estaban colocadas de cierto modo… para sentarse dando la espalda a la mesa. El P. Francisco – C.M., que nos guía – lavó nuestras manos, recordando el gesto de servicio de Jesús en la Última Cena. Después rompimos y compartimos los panes; Se pensó que esto nos ayudaba a disfrutar de lo poco que teníamos, para aprender a dar gracias, a mantener en nuestras mentes y en corazones a muchos hermanos y hermanas que sufren la pobreza y a tener cuidado de no malgastar lo que tenemos.
Estos compromisos importantes de la Cuaresma –y vida– fueron resumidos la mañana siguiente, domingo. Comprendimos que la jornada con Jesús en los caminos de la humanidad nos lleva a bajar con él y a volver, no a permanecer en la superficie sino a bajar a lo profundo y después subir a la luz; en la relación con nosotros mismos tenemos que aprender a mirar dentro y a decir algunos “no” (ayunando) a fin de acoger el vacío sin necesidad de estar siempre llenos de sonidos, de palabras, de cosas… En nuestra relación con Dios: descender en la relación con Él quiere decir mirarle de más cerca a través de la oración cuando llega a ser un diálogo. En nuestra relación con los demás descender quiere decir no para pararse en las apariencias y enjuiciar sino para ser ante el otro el “hermano”; es la justicia en la caridad; el descender ante el otro nos ayuda a ser más libres. Descender es una experiencia de silencio y de verdad; el silencio nos pone ante la verdad sobre nosotros: nuestros límites, errores, fragilidad y la verdad de Dios, un Dios que desciende para decir su gran valor al hombre: un Dios que muere para dar vida. Él lo hace por mí pero también por toda la humanidad, y esto me dice la verdad sobre el otro: cada hombre tiene mi mismo valor… El logotipo del Jubileo nos muestra la Misericordia de Jesús que desciende al Infierno para levantar a Adán. Yo también siento que me repite a mí la invitación, “¡Despierta, tú que duermes, aprieta mi mano y no tengas miedo, yo estoy contigo!” y mirando fijamente a las dos caras, una de Adán y la otra de Jesús – el ojo que ellos comparten sugiere que el Señor nos lleva, si nosotros se lo permitimos, para ver la realidad y las personas con una mirada diferente…; ¡la mirada de misericordia es una mirada que nos hace ver desde una perspectiva diferente, llena los vacíos y levanta! La celebración de la Eucaristía, con el bonito pasaje del Evangelio del pecador perdonado, concluyó esta breve, pero intensa, reunión que se centró en la Misericordia de Dios.
Sor Elisabetta, Sor Emilia, Sor Fiorenza y Sor Gresi
Hijas de la Caridad
Fuente: http://filles-de-la-charite.org/es/
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