“El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido…”.
Jr 15, 10. 16-21 | Sal 58 | Mt 13, 44-46.
Aquí tenemos el caso de dos parábolas muy sencillas que nos muestran dos acontecimientos muy importantes para nuestras vidas. El tesoro escondido puede referirse a aquellas cosas que con frecuencia tenemos y que poco valoramos o no nos damos cuenta que allí están. Pasamos cerca de ellas todos los días pero no hacemos una pausa para darnos cuenta de lo importante que son para nosotros como fuente de alegría y esperanza. Por poner un ejemplo, podemos pensar en unos esposos que se tienen el uno al otro y que con el paso del tiempo se acostumbran a cohabitar y que poco a poco va perdiendo sentido su relación hasta peligra o se pierde. El tesoro muchas veces está a nuestro lado sólo hay que darnos cuenta y hacer cuanto esta de nuestra parte para protegerlo pues no permitiremos que nada en el mucho nos aparte de él. No nos acostumbremos a solo estar, busquemos valorar el tesoro que Dios nos da en cada persona.
Por otro lado la perla de gran valor nos muestra lo importante que es tener una actitud de búsqueda, pues el tesoro escondido allí está y con la perla hay que buscar incansablemente con la ilusión de que en algún momento la encontraremos. No nos demos por vencidos si a la primera no nos salen las cosas que tienen que ver con la construcción del Reino de Dios. Si fracasamos alguna vez, que sea motivo para reemprender el camino con ánimos renovados. El tesoro: ¿Lo has encontrado alguna vez? La perla: ¿Cuál es la perla que buscas y que no has encontrado?.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Israel C. Alba Romero, C.M.
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