Hch 15, 1-6 | Sal 121, 1-5 | Jn 15, 1-8.
“El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto”
La rama, unida al árbol, tiene vida y da frutos. La separada del árbol se muere. Y Jesús es el árbol y nosotros sus ramas. Este es el secreto de los santos y de los grandes cristianos. Así de sencillo y no hay otros atajos. ¿De dónde sacaron su amor y sus obras Francisco de Asís, Teresa de Jesús, Vicente de Paúl, o esta humilde mujer que ha sacado a sus hijos adelante, no sólo como ciudadanos, sino como conscientes y alegres cristianos? Las personas y las obras que están unidas a Jesucristo perviven; las que no, languidecen o se vuelven propiedades o tarimas del ego.
Milagros Martín tenía una vida profesional exitosa como arquitecta. Pero necesitaba más. Pasó años y años buscando la luz en las tinieblas, en “la nueva era”, el reiki, la macrobiótica, en el “Curso de Milagros”, en un coaching grupal, en la disciplina oriental del feng shui… “. Yo siempre huía de la cruz.
Ha sido por lo que el demonio me ha atrapado siempre, porque no me atrevía afrontar la cruz. Y ahora Él me dice: “No importa el dolor, atraviésalo conmigo. Estoy ahí contigo más que nunca”. “Yo, me di cuenta que al Señor no se le encuentra fuera de la Iglesia y que esto es, a veces, un hospital de pecadores”. “Dónde ahora está mi felicidad? En la Eucaristía diaria. En la unión con Cristo. “Cuántas veces negué su presencia y, hoy en día, es mi sostén, es mi fuerza, es una gracia enorme, para mí, ahora, la Eucaristía. Cristo nos levanta, Cristo está realmente presente en la Eucaristía”. La rama unida al árbol tiene vida, paz, amor, obras… “¡Cuán tarde te amé!”
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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