Hch 14, 19-28 | Sal 144, 10-21 | Jn 14, 27-31.
“No se turbe su corazón ni se acobarde”
Un día sólo pudo llegar a tiempo a la tercera clase sobre “ateísmo científico”. Venía de bautizarse. Andrey Kuraev –nacido en 1963– había ido a una alejada iglesia, pues no quería provocar las represalias del Partido comunista soviético contra su padre. Andrey les ocultó el hecho a los suyos, pero al fin le hallaron un libro de oraciones y le preguntaron qué significaba. Andrey les confesó la verdad de su conversión y bautismo. Primero hubo discusiones y regaños, pero a los dos días, su padre le dijo: “¿Sabes?, a fin de cuentas estoy contento de que te hayas bautizado… Ahora tienes en tus manos la llave de toda la cultura europea”. Pero no sólo tenía esa llave, tenía otra mucho más importante, pues “quien cree en el Hijo tiene la vida eterna”. Hoy, Andrey Kuraev, filósofo y celoso misionero, es uno de los repartidores del pan de Jesucristo más conocidos en la Rusia que entonces le negaba a Jesucristo.
Las dificultades pueden ser muchas, como en el caso de Abdrey Kuraev, pero Jesús nos dice: ¡No se acobarden! Él sedespidedelos suyos. Estará físicamente ausente, peroestá vivo y real con nosotros desde el Padre. Y nos acompaña además con su comunidad. Esta comunidad que nos da su pan, su evangelio, sus mártires y su esperanza.
“De dos maneras –decía san Agustín– ataca el mundo a los seguidores de Cristo: los halaga para seducirlos o los atemoriza para doblegarlos”. No queremos que ni los halagos ni los miedos sean nuestros guías. Sólo lo es el mejor: Jesucristo, el que –para bien– ha vencido al mundo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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