Hch 9, 31-42 | Sal 115, 12-17 | Jn 6, 60-69.
“¿También ustedes quieren marcharse?”
No era fácil aceptar las palabras de Jesús: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida”. Tampoco hoy. Aceptarlas –creyéndolas y viviéndolas– es aceptar a Jesús –todo entero y no a la carta– como “Señor mío y Dios mío”. De hecho “muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él”.
Entonces, Jesús pregunta a los Doce: “¿También ustedes quieren marcharse?”.
¿También tú? Cuando la apostasía parece generalizada y confesarse cristiano no da rentas, cuando los medios y las películas ridiculizan los valores cristianos… ¿también tú quieres dejarme? Cuando en este grupo o comunidad hay problemas, cuando por servir o evangelizar te critican, cuando te tienta romper tu familia, cuando es más cómodo abandonar la misa… ¿también tú quieres dejarme?
Mira a Jesucristo, mira el horizonte donde tantos cristianos están dando la vida por él, mira cuántos pobres te necesitan… ¿también tú quieres dejarme? Hay algo más de mil cien religiosas luchando en ochenta países para salvar a mujeres y niñas de la trata de la prostitución. No lo hacen las llamadas feministas. Lo hacen estas entregadas católicas. Ellas aman. No te sumes a quienes sólo ven dificultades en la Iglesia. ¿También tú quieres dejarme? Al regresar de Africa, decía el Papa Francisco: “He podido constatar que, allí donde hay necesidades, casi siempre hay una presencia de la Iglesia dispuesta a curar las heridas de los más necesitados, en los que reconoce el cuerpo llagado y crucificado del Señor Jesús”… Y tú, ¿quieres dejarme?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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