Evangelio: (San Juan 21:1-19)
Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades….Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar.” Contestaron: “Vamos también nosotros contigo.” Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era Él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo que comer?” Le contestaron: “Nada.” Entonces Jesús les dijo: “Echen la red a la derecha y encontrarán pesca.” Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad de peces. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: “Es el Señor.”
Reflexión:
La vida resucitada tiene sus exigencias – pero la cosa increíble de nuestro Dios es que Él nos provee todo lo que necesitamos, empezando con ofrecernos vida nueva. Aceptando la abundancia que Dios ofrece quiere decir que siguiendo a Jesús nos convertimos en la presencia resucitada de Jesús con la gracia de guiar otros a Él. Cada día tenemos que tener cuidado que nuestras acciones anuncien las bendiciones de Dios y al mismo tiempo que hablen de la bondad y el cuidado de Dios. Guiar otros a Jesús no quiere decir hacer cosas grandes; si no que hacer cosas pequeñas bien y así reflejar la vida de Jesús en nosotros. (Liturgia Viviente)
Meditación Vicentina
Es sorprendente el hecho que en todas las apariencias de Nuestro Señor después de su resurrección, Sus discípulos y amigos tenían una cierta dificultad en reconocerlo. Aun esa dificultad no estaba en desacuerdo con la seguridad que eventualmente todos llegaron a comprender, que Jesucristo ciertamente había resucitado de entre los muertos. Eso debería ser una fuente de ánimo para nosotros. Tampoco lo vemos con nuestros ojos físicos, y con los primeros discípulos compartimos la dificultad de verlo claramente en los eventos comunes de nuestras vidas. San Pió X en una ocasión escribió: “En toda circunstancia de tú vida, di: ‘Es el Señor.’” Esto es muy Vicentino. San Vicente tenía una devoción profunda a la Providencia de Dios, y recomendaba que aceptáramos todas las cosas diciendo: “cuando algo inesperado nos ocurre, en cuerpo o mente, bueno o malo, debemos aceptarlo sin protesta como si fuera por la mano de Dios.” Si pudiéramos vivir ese ideal de San Vicente, tendríamos gran paz en nuestras vidas. En todas circunstancias, di: ‘Es el Señor.’” (McCullen, Cosas Profundas)
Discusión: (Compartan ideas sobre estas lecturas después de un momento de silencio)
¿Cuando en tú vida o ministerio has encontrado la gracia para decir: “¿es el Señor?”
Oración de Clausura:
Señor Jesús, resucitaste de entre los muertos para que nosotros viviésemos,
-¡Llénanos con fe y confianza!
Ayúdanos a hacer cosas pequeñas bien y así reflejar Tu vida,
-¡Llénanos con Tu compasión!
Y en todas circunstancias de nuestra vida, danos la gracia para decir,
-“Es el Señor.”
¡Amén!
Autora: sor Kieran Kneaves, HC
Fuente: Sociedad de San Vicente de Paúl en Estados Unidos.
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