Reflexiones Vicentinas al Evangelio: Segundo Domingo de Pascua

por | Mar 30, 2016 | Reflexiones | 1 comentario

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Evangelio: (San Juan 20:19-31)

Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!” Dicho esto, les mostró las manos y el costado…Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “Hemos visto al Señor.” Pero él contestó: “Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré. Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos y le dijo a Tomás: “Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree.”

Reflexión:

Mientras estamos empapados en esta vida natural, es difícil aceptar lo de la vida resucitada. Esto era parte del problema de Tomás: buscaba pruebas tangibles – ver y tocar – para llegar a creer. Pero la vida resucitada de Jesús es una vida nueva, más allá de las pruebas tangibles. Recibimos esta nueva vida por medio del don del Espíritu Santo que Jesús nos da. Sabemos que el fruto de esta nueva vida es la paz y el perdón. Pero ¿cómo podemos llegar a creer sin ver? El ministerio de Jesús continua en los discípulos. Viendo estas obras es ver a Jesús. Viendo estas obras nos hace creer. Y más importante, el hacer lo que Jesús hizo nos trae a la creencia. El creer no es ver; es hacer las buenas obras de Jesús. (Liturgia Viviente)

Meditación Vicentina:

Vicentinos ven a los crucificados diariamente en las calles de ciudades grandes y en los pobres pueblos del campo. Uno de los grandes dones de San Vicente fue su habilidad de reconocer al Cristo crucificado en los rostros de los sufridos y movilizar las energías de otros en su servicio. Era un organizador extraordinario. Para ayudar a los más abandonados en su época, Vicente reunía a ricos y pobres, mujeres y hombres, clero y laico. Nuestra meditación sobre el Señor crucificado, quien nos ama aun hasta la muerte – y sobre la gente crucificada en quienes el Señor continua viviendo – siempre será iluminada por la fe de la resurrección. El evangelio proclama fuerte y claro que el amor sufrido triunfa, que el poder de Dios obra a través de la debilidad humana, que la luz vence a la oscuridad y que hay esperanza aun cuando la desesperanza se nos enfrenta.

(Maloney, Temporadas en Espiritualidad)

Discusión: (Compartan ideas sobre estas lecturas después de un momento de silencio)                                                                        

¿Cómo es que “haciendo las buenas obras de Jesús,” te han  llevado a creer?

Oración de Clausura:

Señor Jesús, Tú resurrección les trajo perdón a los discípulos,

¡Llénanos con Tú paz!                                                         

Por la gracia “para hacer Tus buenas obras,”

¡Llénanos con Tú fuerza!

Por la gracia de perdonar y ser perdonados,

¡Llénanos con Tú compasión!

Por la gracia de ser testigos de Tú resurrección,

¡Llénanos con Tú alegría!

¡Amén!

Autora: sor Kieran Kneaves, HC
Fuente: Sociedad de San Vicente de Paúl en Estados Unidos.

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1 comentario

  1. Nicole Valentina

    Me parece una buena idea que hallan publicado está reflexión para que más personas se acerquen a Diosito.

    Responder

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