La mirada de Jesús
Is 50, 4-7 | Sal 21 | Flp 2 ,6-11 | Lc 22, 14-23. 56.
Yo tuve una relación bastante buena con el Señor. Le daba gracias, le pedía cosas, para mí y para otros, le ofrecía mi vida, en fin, conversaba amenamente con Él…
Pero siempre tuve la incómoda sensación de que Él deseaba que le mirará a los ojos… cosa que yo no hacía. Yo le hablaba, pero desviaba mi mirada cuando sentía que Él me estaba mirando.
Yo miraba siempre a otra parte. Y sabía por qué: tenía miedo. Pensaba que en sus ojos iba a encontrar una mirada de reproche por algún pecado del que no me hubiera arrepentido. Pensaba que en sus ojos iba a descubrir una exigencia; que había algo que Él deseaba de mí.
Al fin, un día, reuní el suficiente valor y miré. No había en sus ojos reproche ni exigencia. Sus ojos se limitaban a decir: “Te quiero”. Me quedé mirando fijamente durante largo tiempo. Y allí seguía el mismo mensaje: “Te quiero”.
Y, al igual que Pedro, salí y lloré.
La pasión de Jesús resume muy bien el drama humano. En los personajes que aparecen en ella encontramos reflejados nuestros pecados y cobardías: traición, mentira, burlas, negación, interés, falsedad, vengarnos con inocentes, egoísmo…
Sin embargo, ¿entendemos, también en ella, el gran amor de Dios, reflejado en la frase de Jesús: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick F. Martínez Benavides, C.M.
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