Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62 | Sal 22 | Jn 8, 1-11.
El monje y la mujer
De camino hacia su monasterio, dos monjes budistas se encontraron con una bellísima mujer a la orilla de un río. Al igual que ellos, quería ella cruzar el río, pero éste bajaba demasiado crecido. De modo que uno de los monjes se la echó a la espalda y la pasó a la otra orilla.
El otro monje estaba totalmente escandalizado y por espacio de dos horas estuvo censurando su negligencia en la observancia de la Santa Regla. ¿Había olvidado que era un monje? ¿Cómo se había atrevido a tocar a una mujer y a transportarla al otro lado del río? ¿Qué diría la gente? ¿No había desacreditado la santa religión?
El acusado escuchó pacientemente el interminable sermón. Y al final estalló:
–Hermano, yo he dejado a aquella mujer al otro lado del río. ¡Eres tú quien la lleva ahora!
Cuando las personas religiosas no dejan de darle vuelta a los pecados de los demás, uno sospecha que esa insistencia les proporciona más placer del que el pecado proporciona al pecador.
¿Dónde están los que te acusaban? ¿Quiénes son a los que tú acusas?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick F. Martínez Benavides, C.M.
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