Jr 1, 4-5. 17-19; Sal 70; 1Cor 12, 31-13, 13; Lc 4, 21-30.
El texto de este día, deja entrever palabras despectivas sobre Jesús, de parte de sus paisanos, “no es este el hijo José” o expresiones como “No es este el carpintero (albañil o artesano)”. Había una tensión entre los oficios, por el “honor” que estos representaban, hay tensión entre los lugares de origen (Nazaret o Jerusalén).
Jesús viene a resolver nuestras necesidades, viene a liberarnos de todos los yugos de la opresión. “Para eso nos liberó Cristo, para que seamos libres”, nos recordaba san Pablo (Gál 5, 1). Pero la libertad del cristiano es peligrosa; los sistemas la temen, y por eso la quieren secuestrar y meter en las sacristías. En el caso de Jesús, el hombre más libre de la historia, le costó la muerte.
El evangelista dice que la gente que estaba en la sinagoga ya no veían a Jesús como profeta, sino que ahora lo ven como “el peligroso”. ¿Cuántas experiencias parecidas tenemos en nuestra casa, en nuestra asociación de vecinos o en nuestra iglesia? A veces, si alguien hace alguna propuesta, que a la luz de los demás resulta “descabellada”, o inoportuna, luego, cuando ya ha pasado el momento, se dan los lamentos por no haber escuchado la propuesta. O cuántas veces otras personas nos han dado luz sobre alguna situación personal o se nos abren alternativas para “darnos vuelta” o cambiar de rumbo y lo dejamos pasar porque no queremos asumir la “lucha” por combatir la costumbre y dejar de bailar las viejas danzas. Hoy necesitamos verdaderos profetas que vivan anuncien la vida y denuncien las injusticias que van contra la vida.
El miedo y la libertad cristiana no se llevan bien. Los sistemas tratan de chantajearnos por medio del miedo…
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Vicente Hernández Nolasco, C.M.
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