1Sam 8, 4-22; Sal 88; Mc 2, 1-12.
¿Qué protagonismo el de los amigos del paralítico y de él mismo? ¿Cómo se organizaron para llegar hasta Jesús? ¿Creerían que lo lograrían? ¿Cuánto tuvieron que observar, organizar, medir para hacer el boquete en el techo y soportar el polvo? ¿Qué herramientas tuvieron que emplear? Una vez más, la comunidad muestra interdependencia, entidad. Los amigos del paralítico, ¿quiénes son?, ¿por qué ayudan de esta manera a su amigo? En la casa acude el pueblo con sus necesitados y donde rompen los techos y los razonamientos, ideologías que obstaculizan el encuentro con el que viene a anunciarles la Buena Nueva. Los amigos sienten responsabilidad de conseguir la armonía, la fortaleza, la libertad del paralitico.
Jesús no lo toca, le habla “Tus pecados te son perdonados”.
En los maestros de la ley hay repudio en su corazón por las acciones de Jesús y lo tachan de blasfemo ¿Quiénes pueden ser los maestros de la ley hoy? Muchas veces, pueden ser las iglesias mismas, los miembros de la familia, las amistades y quizás hasta los compañeros de vida o los hijos e hijas.
¿Cuánta falta hace ser y tener amigos como los del paralítico? ¿Cuánta pobreza desaparecía si accionáramos como redes? ¿Cuánto valor comunitario hace falta para enfrentar a los gobernantes, políticos que interpretan mal las leyes? ¿Cuánta solidaridad hay que planificar para hacer posible el milagro de transformar las estructuras para que haya justicia? ¿Cuánto conocimiento se debe aportar? ¿Cuánta voluntad y capacidad de trabajo en equipo para lograr los sueños?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Vicente Hernández Nolasco, C.M.
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