La Epifanía del Señor
Is 60, 1-6; Sal, 71; Ef 3, 2-6; Mt 2, 1-12.
Estos Sabios de Oriente aparecen preguntando por el niño en términos sumamente subversivos:
¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Preguntan por un rey para adorarlo en el reino de Herodes. Sorprendente es el efecto psicológico que esta pregunta generó cuando llegó a los oídos de Herodes, quien “comenzó a temblar” y no sólo él, sino “toda Jerusalén”. ¿Un niño que pone a temblar a un rey? El rey recién nacido es a los ojos de los magos un rey universal, para ellos no es un rey como los demás, sino el Rey ideal desde tiempos atrás anunciado y prometido por Dios, que había de salvar a su pueblo y a toda la humanidad.
El poder del niño está no en lo que el niño dice o hace de sí, sino en lo que genera en los demás; en unos, adoración, paz, regocijo; en otros, miedo, temor y amenaza. Pero ¿qué amenaza puede producir un niño? Sólo amenaza para aquellos que rendidos al poder presienten un posible obstáculo a su posición.
Que la Navidad siga siendo un genuino compromiso con aquellas formas que tienen el propósito de abrirnos, bajarnos y disponernos ante los demás “como quien sirve”. Hemos de ser actores y testigos de una nueva forma de convivencia, y de relaciones más justas y equitativas. Y esa forma se expresa con amor, misericordia, pureza de corazón y constante servicio a los demás, especialmentea quienes más lo necesitan y a quienes tenemos cerca y precisan nuestra ayuda.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Vicente Hernández Nolasco, C.M.
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