Mal 3, 1-4. 23-24; Sal 24; Lc 1, 57-66.
“Su nombre es Juan… ¿Qué va a ser de este niño?”
Otro de los grandes personajes del tiempo del Adviento, después de María, es Juan el Bautista.
Su nacimiento fue anunciado al inicio de este primer capítulo del evangelio de san Lucas. Hoy experimentamos su nacimiento, junto con los primeros pasos de su vida. Y la primera cosa que llama la atención es la alegría de la gente con Isabel, su madre, porque Dios se había mostrado misericordioso con ella. No debemos olvidar que la esterilidad era vista como una desgracia. No tener hijos, era lo peor que podía pasarle a una mujer judía.
Se habla también de la circuncisión que para los judíos era un signo de la Alianza de Dios con su pueblo. Todo varón debía ser circuncidado como señal de pertenencia al pueblo elegido. Quien no la recibía no era considerado miembro del pueblo de la alianza, pues era tenido como una persona impura (Cfr Gen 17). El circuncidado pertenece sólo a Dios. Por eso viene separado (corte del prepucio) de las cosas de este mundo.
La admiración y temor de la gente cierran este pasaje ante la revelación del nombre del niño, pronunciado por su madre y corroborado por su padre Zacarías: “Su nombre es Juan”. Entonces viene la interrogación: ¿Qué va a ser este niño? Sabemos lo que fue del Bautista. Ahora preguntémonos y de mí ¿qué va a ser? A propósito, un hombre se presentó al juicio de Dios y le decía: Señor, he cumplido toda tu ley, porque no he cometido ninguna maldad; fíjate, Señor, en mis manos: las tengo perfectamente limpias. El Señor le respondió: Es cierto, las tienes muy limpias… pero vacías…
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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