Jue 13, 2-7. 24-25; Sal 70; Lc 1, 5-25.
“Preparará al Señor un pueblo bien dispuesto”
Ayer se nos hablaba del nacimiento de Jesús. Hoy se nos refiere el nacimiento de Juan Bautista. Es la respuesta de Dios a la petición y deseos del sacerdote Zacarías. Isabel, su esposa, además de estéril, ya era anciana. Por eso Zacarías cuestiona el anuncio: “¿Quién me lo puede asegurar? Yo ya soy viejo y mi esposa también” (v 18). La respuesta no se deja esperar del mensajero de Dios: “Mis palabras se cumplirán a su debido tiempo, pero tú, por no haber creído, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda” (v 20). La misión del Bautista también viene revelada: “Abrirá el camino del Señor”… De este modo preparará al Señor un pueblo bien dispuesto” (v 17).
Dios escucha la oración de los sencillos. Se repite el evento milagroso, como sucedió con otros tantos nacimientos en el Antiguo Testamento. Basta recordar el caso de Sara, Rebeca y Raquel. Lo mismo sucedió con Ana y el nacimiento de Samuel; y el caso de Sansón que nos trae la primera lectura. Así comienza la obra divina, en medio de los humildes e impotentes. Nada es imposible para Dios.
Zacarías recibió del mensajero de Dios la señal que confirmaba la veracidad de sus palabras. ¿Qué signos, de la bondad y del poder de Dios, encuentro yo en mi vida? El Bautista es enviado a preparar el camino del Señor. Ahora preguntémonos cada uno: ¿Me estoy preparando yo a la celebración del nacimiento de Jesús? ¿Cómo lo hago?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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