Jer 23, 5-8; Sal 71; Mt 1, 18-24.
“Quedó embarazada por obra de Espíritu Santo”
Las lecturas del Antiguo Testamento que hemos venido leyendo en este tiempo de adviento, hablan de la llegada del Mesías. Jeremías usando la imagen del buen pastor anuncia la inminente aparición del hijo de David. El evangelista Mateo, después de haber situado a Jesús en el pueblo de Israel bajo la descendencia de David, nos habla de su origen divino. Jesús es descendiente de David porque es Hijo de José, pero también es Hijo de Dios porque fue concebido por obra del Espíritu Santo.
San Lucas, en su evangelio, narra el anuncio de Jesús a María. Mateo, por el contrario, lo refiere a José. Podemos imaginar lo que vivieron los dos con el nacimiento de hijo. Ambos tuvieron una función importante, pero cuando lo meditamos nos quedamos más en el papel de la María y damos menos atención al de José que también fue importante.
Según la tradición José es varón justo. Seguramente no entendía lo que pasaba con María, pero tampoco quería ponerla en evidencia porque la conocía muy bien, ya estaban comprometidos. Ante la intención de dejarla discretamente le viene revelada la verdad, pero en sueños: “José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo” (v 20). Y acepta confiadamente. Pensemos nosotros ahora un momento ¿cuántas veces Dios nos ha pedido confiar en su poder? ¿Hemos respondido como José o nos hemos aferrado a nuestros propios planes?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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