Reflexiones Vicentinas al Evangelio: 3º Domingo de Adviento (13 de diciembre)

por | Dic 13, 2015 | Reflexiones | 0 Comentarios

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Sofonías 3,14-18ª; Filipenses 4,4-7; Lucas 3,10-18

Nicolas_Poussin_-_St_John_the_Baptist_Baptizes_the_People_-_WGA18294«Al servir a los Pobres se sirve a Jesucristo»
San Vicente de Paúl

¡La voz del Bautista resuena con fuerza, cada vez más punzante. La esperanza del Adviento no es un asunto inerte, intimista, quietista. La esperanza mesiánica del Adviento es una fuerza interior que nos invita a la transformación total del ser humano y del entorno. “Dios mismo en persona” va a irrumpir en la historia para entregar su fuerza libertadora, capaz de recrear el universo “haciendo nuevas todas las cosas”. La esperanza del Adviento es exigente, urgente, renovadora. Por eso invita al gozo y a la alegría, como nos dice Sofonías. Y es un gozo que nos lleva al reconocimiento y confesión de la santidad de Dios, en medio de su pueblo.

También Pablo se une a ese gozo universal cuando anuncia la inminente cercanía del Señor. Gozo y esperanza se entrelazan en una única realidad que el Adviento alienta y alimenta.

El pasaje de Lucas es exclusivo de este evangelista. Aparecen aquí de manera pedagógica los valores fundamentales que mueven a la conversión. En primer lugar coloca Juan el ejercicio práctico y eficaz de la caridad: la solidaridad con quienes pasan necesidad. Se trata de dar de lo que se tiene a quien nada tiene. Y esta exigencia está planteada para todos. Por otra parte, Juan propone la rectitud y la honradez. Los publicanos cobradores de impuestos, explotadores del pueblo, al que le imponían pesadas cargas arancelarias, eran odiados y rechazados precisamente por su mala fama de aprovechados. A ellos no se les pide que abandonen su oficio, sino que sean rectos y honestos en el desempeño de sus funciones. A los soldados les pide que no extorsionen a la gente; que no se aprovechen del poder que les dan las armas y la milicia, sino que obren con justicia y con equidad. Y entonces surge la pregunta: ¿es Juan el Mesías? Y Él mismo responde: No, su bautismo es un bautismo de agua, de preparación, de invitación y disposición a la irrupción del Reinado de Dios en Jesús.

Jesús utiliza la figura del fuego para referirse al Espíritu Santo.

Diversas teofanías (manifestaciones de Dios) en el Antiguo Testamento, presentan a Dios rodeado de fuego. Por tanto, el fuego es signo de la presencia activa de Dios en medio del pueblo. El fuego, el calor, la acción purificadora del Espíritu lo transforma todo y lo hacen todo nuevo.

El Adviento es tiempo de preparación para contemplar y experimentar la acción transformadora de Dios. Oigamos hoy su palabra, que nos exhorta a compartir lo que tenemos y a respetar la justicia y la dignidad de todos. Preparémonos así a recibir a Aquel que viene ahora para salvarnos, y vendrá de nuevo a «juzgar a los vivos y a los muertos».

En el contexto de las lecturas, Jesús nos ordena que seamos solidarios, que partamos nuestro pan con el hambriento, que vistamos al desnudo, que demos un buen consejo al que lo necesita, en una palabra, que desempolvemos las obras de misericordia y que la pongamos en práctica. Pongámonos la mano en el corazón y preguntémonos: ¿Estoy cumpliendo el Evangelio, en las actividades de mi Conferencia?

Preparémonos mediante las prácticas penitenciales, pero sobre todo con obras de caridad, solidaridad y justicia para vivir intensamente la experiencia del amor vivificante de Dios. Avivemos el corazón para que el fuego del Espíritu arda en nosotros.

«Dios ama a los pobres, y por consiguiente ama a quienes aman a los pobres»
San Vicente de Paúl

Fuente: http://ssvp.es

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