Is 41, 13-20; Sal 144; Mt 11, 11-15.
“¿Para qué lo haces?”
Por los evangelios sabemos que cuando Jesús predicaba el Reino de Dios, algunos se resistían a sus palabras, no abrían su corazón y se negaban a acoger el tesoro que él les ofrecía: la vida, la felicidad verdadera.
Podemos también nosotros estar rechazando la oferta de Jesús cuando buscamos en otro lado lo que el Padre nos da a través de su Hijo Jesucristo. Gastamos tiempo, fuerzas y dinero tratando de conseguir el tesoro que Jesús nos da gratuitamente. Deberíamos abrir los oídos a su palabra para descubrir qué es lo más importante en la vida y no caer en el engaño como el hombre de la siguiente historia:
Al subir un empresario al barco para que el barquero lo llevara remando hasta la otra orilla, comenzó a preguntarle al barquero: ¿Es este el único barco que tienes? Sí, respondió el barquero. ¿Ha pensado en comprar más barcos?… El barquero le respondías siempre: ¿Para qué? Pues para progresar. ¿Para qué? Podría usted tener una empresa, podría ganar más.
¿Para qué?, insistía el otro. Tendría empleados que trabajaran. ¿Para qué? Usted podría descansar más…
Finalmente le dice el empresario: Pues para ser feliz. Respondió el barquero: Pues si es eso lo que ya soy ¿para qué voy a dar tanta vuelta innecesariamente? Tampoco nosotros perdamos el tiempo buscando por aquí y por allá lo que Jesús nos da gratuitamente; sólo nos pide abrir nuestros oídos y nuestro corazón.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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