“La necedad del que construye su casa junto al río”
Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21. 24-27.
Jesús nos habla en parábolas para trasmitirlos la Buena Nueva del Reino, para comunicarnos la Salvación. ¿Quién no quiere salvarse? Seguramente todos queremos alcanzar la vida eterna y ser felices. Como aquel hombre que construyó una casa grande y bonita cerca del río, a pesar de las advertencias de los habitantes de aquel lugar. Se decía a sí mismo: “No entiendo por qué aquí tienen casas tan pequeñas habiendo tanto terreno junto al río”. Y se reía de ellos. Al poco tiempo de terminarla comenzó a habitarla, pero con el verano llegaron las lluvias y el río aumentó el caudal, el agua entró en la casa y comenzó a destruir sus pertenencias y todo lo que había hecho con tanto esfuerzo. Salió corriendo para salvarse y sus vecinos lo acogieron.
Y tú ¿dónde apoyas tu vida? ¿Cuál es el lugar o el terreno donde construyes tu vida? Jesús nos propone la Verdad como cimiento firme y seguro para construir nuestra propia felicidad. La mentira, imagen del terreno falso e inseguro nos lleva a la ruina, a la infelicidad; a la perdida de nuestros bienes y hasta de la propia vida.
Seguir la voluntad de Dios que Jesús nos enseña es garantía de felicidad. Podemos dejarnos llevar por lo más fácil y cómodo, pero tarde que temprano tendremos que pagar las consecuencias. No está en un lugar o en las cosas la fuente de la felicidad, sino en Dios. Hacer su voluntad es vivir y estar unido a Él. En eso descubrió san Vicente de Paúl la felicidad: “Que poco se necesita para ser santo, hacer la voluntad de Dios”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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