Dan 7,13-14;Sal 92;Apc 1,5-8;Jn 18, 33-37.
“Quien está de parte de la verdad, escucha mi voz”
Eres, mi querido Señor Jesús, un Rey extraño. Pilato no te entiende, ¿acaso te entendemos nosotros? Tu corte, unos pobres pescadores. Tu trono, una cruz. Tu corona, un trenzado de espinas. Tu regio protocolo, el lavatorio de los pies. Tu ley: ámense como yo los he amado”.
Al mismo tiempo, sin ti “nada existe de cuanto existe” (Jn 1, 3; Col 1, 16-17); eres la “imagen de Dios invisible” (Col) y el sacramento del Padre (Jn 14, 9), “aquel por quien todas las razas se darán golpes de pecho” “el alfa y la omega” (Apc 1, 7-8), “la cabeza del cuerpo, de la Iglesia” (Col 1, 18), y eres “el misterio de Dios, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento” (Col 2, 2). Y eres, por toda la historia, el sacramentalizado en los pobres. Lo que hagan con ellos “conmigo lo hacen” (Mt 25, 40).
Y viniste a proclamar y a realizar el Reino de Dios, a que dejemos que Dios reine en nuestra vida como reina en la tuya. Y nos dijiste que hallar el Reino es como encontrar un tesoro escondido, yquien lo halla, se llena de alegría, vende canto tiene y va y se hace con ese tesoro (Mt 13, 44). El universo entero es como un botón de tu manto, y sé que vendrás al fin de los tiempos y nos examinarás en el amor, pero serás, al mismo tiempo, nuestro mejor abogado. ¡Gracias, Cristo Rey!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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