2 Mc 7, 20-31; Sal 16; Lc 19, 11-28.
“Los que no querían que fuera su rey”
“Yo sentía desprecio por los que creían en Dios. Crecí siendo una mujer enfadada, amargada, siempre dispuesta a juzgar a los demás… Mi alma estaba tan oscura que no podía entender por qué algunas personas se oponían al aborto y a la eutanasia”. Así lo confiesa Sandra Elam, después de un hondo proceso de conversión. Parecía una de las que “no querían que –el Señor– fuese su rey”. Pero a través de señales y ayudas encontró la fe y recibió la vida realmente nueva. Y decidió nos esconderla, sino compartirla abiertamente.
A Sandra nadie le había mostrado el camino. Ni de niña ni de joven se hablaba de Dios en su casa. Nadie le mostró una Biblia. Incluso las navidades hogareñas giraban en torno a Papá Noel, pero no en relación con Jesús. Pero éste no es tu caso, ni mi caso. El Señor, como en la parábola de hoy, nos dio muchos dones, y nos dijo: “Háganlos producir, hasta que vuelva”.
No nos dijo que “guardáramos en un pañuelo” sus dones, o enterrados en un oscuro agujero. Los demás nos necesitan. Necesito que tu fe y tu vida iluminen y animen la mía; necesitamos que no seas un católico mudo y miedoso, sino alegre y agradecido.
¡Necesitamos tu gozoso testimonio!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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