Sab 7, 22—8,1; Sal 118; Lc 17, 20-25.
“El Reino de Dios está entre ustedes”
“Dentro de ustedes” y “entre ustedes” se halla el Reino de Dios. El Reino de Dios no es algo distinto de Dios, el “de Dios” es un genitivo explicativo.
“¡Ay, ay de mí, por qué grados fui descendiendo hasta las profundidades del abismo, lleno de fatiga y devorado por la falta de verdad! Y todo, Dios mío …, todo por buscarte no con mi espíritu –…– sino con los sentidos de la carne, porque tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo de mí mismo mío”, así lo reconoce san Agustín en el libro de sus Confesiones. Dios nos puebla, ¿cómo buscarlo sólo fuera, cuando él nos inhabita y así subsistimos? Escucha el rumor de su manantial que corre por tus adentros. Ponle atención un día y otro.
El pasado 20 de abril fallecía el sociólogo argentino Alberto Morlachetti. Había dedicado su vida a ayudar a los niños más pobres y abandonados.
Decía a sus compañeros de la universidad: “El problema de ustedes es que venían, me miraban, metían un zapato en el barro y, después, tiraban el zapato”. No permanecían. Sólo querían estudiar papeles y papeles. El Reino de Dios está entre los pobres. El que los ayuda, se ayuda a sí mismo para encontrarlo. Ahí está su viva catedral.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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