Rom 8,31-35.37-39; Sal 108; Lc 13, 31-35.

«Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina a los polluelos, y tú no has querido” Así se lo dice Jesús a la ciudad de Jerusalén en el evangelio de hoy. Pero, en lugar de “Jerusalén”, ¿podemos escribir nuestro nombre?

¡Cuántas veces he querido reunir tu pensamiento, tus obras, tu mundo afectivo bajo mi amor, y tú no has querido! ¿No has visto con qué delicadeza la gallina cobija a sus polluelos? Con una ternura, infinitamente mayor, con amor incondicional y sin medida, he querido Yo cobijarte, perdonarte, pacificarte, hacerte libre. Tú, sin embargo, has preferido los falsos salvadores y los falsos amantes, y te has ido por caminos que llevan a la miseria y al vacío. ¿No te duele tanto amor mío desperdiciado? Anímate, mira que sigo a tu puerta llamándote por tu nombre. Recobra la fe, el amor, y deja que tu cabeza, tu corazón y tus manos vayan al unísono conmigo, pues Yo soy tu Camino, tu Verdad y tu Vida, tu Salvador.

“Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados”. Te envío la Palabra, te envío inspiraciones, ejemplos, lecturas, también escándalos para que despiertes, te envío el clamor de los necesitados. ¿Cuándo vas a responder?

En la primera lectura san Pablo nos dice “Si Dios estás con nosotros, ¿quién contra nosotros?: Hay un bello canto con el que hoy podemos rezar:“Señor, si tú estás conmigo ¿qué temo? Señor, si tú estás conmigo ¿de qué dudo? Si tú estás tan cerca de mí ¿por qué busco? Si tú me amas tanto ¿qué anhelo? Señor, si tú estás conmigo ¿en quién pienso? Señor, si tú eres la luz en mí ¿por qué no veo? ¿por qué a veces no veo? Señor ensancha mi corazón y enséñame a amar.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Elena Quiñonez, H.C.