Rom 5, 12.15.17-19.20-21; Sal 39; Lc 12,35-38.
“Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”
“En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte, con mayor razón, por medio de uno, Jesucristo, reinarán y vivirán los que reciben abundantemente la gracia y el don de la justicia”…
Conocí una familia en la que el padre no se hizo responsable de su esposa e hijos, fueron años difíciles para la mujer, angustia, miedo, abandono… En el misterio de Dios, Él ya iba gestando la manera en que los ayudaría a salir adelante.
La madre, mujer de fe, que en la vida cotidiana hablaba de pedir la ayuda de “mi Padre Dios” como ella lo decía…Y Dios no la abandonó. Primero apareció una profunda sed de Dios de ella y de algunos de sus hijos; después comenzó la búsqueda. Unos se acercaron al grupo de catequesis, a rezar el rosario en las casas, en el coro, todo fue dándose poco a poco, etc. con los años, su vida se transformó, llenos de fuerza y de esperanza. Antes que ellos comenzarán a buscar a Dios, Él ya había salido a su encuentro; cuando el padre irresponsable salió de esa casa, Papá Dios entró de lleno, ahora Él era el padre y el esposo en esa familia,
¡Qué gracias tan grandes derramaba! ¡Cuánta bondad y misericordia! Esa familia era una familia levantada con el poder y el amor de Dios.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Elena Quiñonez, H.C.
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