Mal 3, 13-20; Sal 1; Lc 11, 5-13.
“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y les abrirán ”
Jesús nuevamente nos alienta a que oremos, y nos transmite la gran experiencia que Él tiene, pues Jesús fue un hombre de una profunda relación con su Padre. Y sabe que el Dios todopoderoso es su Abba, el Dios todoamoroso.
Si el amigo de la parábola no se levanta a dar en razón de su amistad, lo hará ante el insistente, al menos para que no lo moleste. “Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo…”
El Padre es amor y misericordia; él nos conoce por nuestro nombre como sus hijos. ¿Cómo no confiar en él, que nos escucha y nos dará lo que es bueno para nosotros?
En la mañana o en la noche –cuando hay más silencio– ¿ya has reservado un tiempo para tu oración, para tu lectura y meditación de los evangelios? Si tú salvas estos tiempos, ellos ayudarán a tu salvación. Crecerá tu vida cristiana y será fuerte y capaz de cantar: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?”.
Pueden fallarme, Señor, mis mejores amigos, pero sé que tú no abandonarás como a un desconocido.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Elena Quiñonez, H.C.
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