Jon 1, 1-2, 1. 11; Jon 2; Lc 10, 25-37.
“El Señor nos habla por nuestro nombre y nos envía a hablar y actuar en su nombre”.
A igual que Jonás (primera lectura), estamos en medio de una sociedad a la que ha llegado la violencia, el secuestro, el poco valor a la vida… también como al profeta nos da miedo darle una repuesta al Señor. “Ve y proclama que su maldad ha llegado hasta mí”, le dice el Señor a Jonás.
Jesús, en el hondo evangelio de hoy, nos dice cómo poner nuestro grano de arena en este contexto de violencia en el que vivimos. “Ser como el samaritano” “ser prójimo”: Aquel que llegó hasta el herido, lo vio, se compadeció, lo curó, lo vendó, lo condujo, lo cuidó, pagó…
Jesús invita a ser prójimo también de aquellos que no son de mi raza o credo, de aquellos que son rechazados. El samaritano supera la Ley… Actúa con amor, con compasión, con generosidad, con desinterés, con misericordia.
¿Soy capaz de tener estas actitudes con los que me rodean? ¿Y con los demás? ¿Qué o quién me lo impide?
Jesús termina diciendo –“Ve y haz tú lo mismo”. No te quedes sólo en las lamentaciones contra los asaltantes. Sé samaritano para los heridos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Elena Quiñonez, H.C.
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