Día de Oración y Ayuno Vicentino
martes, 25 de agosto
Año de la Vida Consagrada
Consumidos – Se Honesto Contigo Mismo – Aliméntense de Mí– Arraigados en la Oración
Queridos Vicentinos: tengo muchos dichos aprendidos de mi abuela. Uno que yo uso muy seguido dice: “Si ha de ser, dependerá de mí”. Y a menudo pienso que otros deberían pensar igual. Es mi creencia que otros te seguirán si los diriges, pero si los diriges con Dios. Otro dicho de mi abuelita, quien era irlandés, y que lo inculcó bien en mí es: “Un diamante es simplemente un trozo de carbón que sobrevive bien bajo presión.” Y esto es lo que somos en nuestra Familia Vicentina. Somos diamantes en bruto en espera de la intervención de nuestro Señor. Oremos los unos por los otros y siempre oremos por aquellos a quienes servimos y por nuestro clero. Estimado Señor: al encontramos con los necesitados permite que nuestras mentes, corazones y vidas den testimonio de tu abundancia para todas las personas. Haznos más dispuestos a compartir con todos. Amén.
Consumidos – Ser consumidos sin ser destruidos es posible sólo si recibimos de Jesús lo que otros no logran darnos. El consumo de Jesús nos debe transformar a su semejanza. Si realmente creemos que la Eucaristía es el Cuerpo y la Sangre de Cristo, podemos ser consumidos por Cristo. Siempre aceptemos a Jesús y sepamos que Él está de nuestro lado. Cada persona en nuestra congregación es parte de Su cuerpo. Conozcamos y creamos en las bondades que el Señor puede obrar en nosotros. El padre de mi nuera recién falleció hace unos días. Ella me dijo que su fe recibió una fuerte sacudida. Su padre sufrió durante 8 años batallando contra el cáncer y en sus últimos minutos se volvió hacia ella y le dijo que le pusiera los zapatos porque ya se iba hacia el cielo. No podía hablar, pero se hizo entender y cerró los ojos y fue consumido por Nuestro Señor. La alegría rellenó la habitación y así también, sus hijos fueron consumidos por el amor de Dios.
Se fiel a ti mismo – Seamos fieles a nosotros mismos; seamos transformados por el amor de Cristo. Seamos transformados cada día una y otra vez. Cada vez que escuchemos a Jesús y le permitamos que nos ilumine, él nos sacará de la oscuridad, la confusión y la agitación. Él nos sacará de la oscuridad, y reemplazará la confusión y la agitación para transformarnos a la santidad, la comprensión, el amor por los demás y la paz dentro de nosotros mismos, sin importar lo que estemos pasando. La santa luz de Cristo nos transforma y convierte nuestra oscuridad en su luz. Su luz y el Espíritu Santo son lo suficientemente fuertes como para escucharle a Él, como el Padre nos dijo que hiciéramos cuando afirmó el señorío de Cristo en el Monte Tabor. Nosotros creemos y sabemos que debemos ser fieles a lo que Dios ha creado en nosotros. Deseo escuchar y recordarles que somos creados a su imagen. Somos uno con Él y esto es bueno. Así que se fiel a ti mismo, porque tú eres la imagen de Dios.
Aliméntense de mí: Jesús dice: “Quien se alimenta de mí tendrá vida por causa de mí.” ¿Qué tipo de vida? ¿Cuál es la diferencia entre tener Su vida y la vida con que usted nació? Jesús nos da Su cuerpo y Su sangre en todas las Misas por lo que le podemos consumirle en Su totalidad – en toda Su humanidad y en toda Su divinidad. Él quiere que seamos nutridos abundantemente por Su amor. Él quiere que recibamos Su fuerza cuando pasamos pruebas o somos juzgados; Su sanidad cuando sufrimos heridas. , y sobre todo, Su vida, y no sólo cuando vayamos al Cielo, sino aquí, en este momento, sobre la tierra. En nuestro servicio a los necesitados y a nuestra familia vicentina, sentimos Su vida obrando en nosotros y en los demás. “Señor, no soy digno…, pero una palabra tuya bastará para sanar (mi alma)”. Cada vez que recibimos a Cristo en el pan y el vino, Él nos alimenta, de manera que podamos alimentar a los demás. Él No dice, «Yo estoy en este pan.» Él dice: “Yo soy el pan de la vida”. Él quiere que nos alimentemos de él y llevemos su amor a los demás. Cuando damos amor a los demás, entonces reciben el amor de Dios. Cuando no logran devolver ese amor, ¡estamos siendo siervos! Estamos dando más de lo que estamos recibiendo. Cuando damos de nuestro tiempo y talentos para el bien del reino de Dios sin ser pagados o recompensados, entonces estamos siendo como Jesús. Somos uno en cuerpo y en espíritu con Cristo.
Arraigados en la oración: “Entonces, les dijo esta parábola sobre la necesidad de ellos de orar siempre sin desfallecer,” (Lucas 18,1). Cuando oímos decir esto, creemos que esto es imposible. Somos personas muy ocupadas y tenemos mucho qué hacer. ¿Cómo podemos orar siempre? He sido desafiada dos veces en mi vida por los sacerdotes a orar siempre. La primera vez fue cuando estaba preparando las cestas de Navidad en una muy pobre parroquia. Nos quedamos cortos para llenar las últimas 5 cestas. Padre Len Hagel, quien ya falleció, me dijo, «Lynn, ¡tenemos que orar!
Yo estaba un poco escéptica, pero oré; y durante la oración el timbre de la puerta sonó. El Padre se dirigió a la puerta y regresó con el dinero suficiente para llenar las 5 cestas restantes y un poco más. Fue dinero efectivo enrollado y entregado porque la donante escuchó la oración de nuestro Señor y vino a donar el dinero. La segunda vez fue por mi sacerdote actual, quien siempre está desafiándome. Me fui a casa para seguir su consejo y recé. Todo salió mal ese día. Mi computador se ‘congeló’, tenía muchos niños para cuidar, y oré por todos los desastres. Usted sabe lo que pasó, todo cayó en su lugar, incluso mejor de lo previsto. Dios está siempre con nosotros en la oración. “Dadme un hombre de oración y él será capaz de todo. Él podrá decir: ‘Yo puedo hacer todas las cosas en Cristo que me fortalece’”. (SV X1, 83)
Bendiciones, Lynn
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