David W. Barringer, director general de la Sociedad de San Vicente de Paúl [en Estados Unidos], reflexiona sobre la falta de cobertura en los medios de los gritos de los millones de estadounidenses que son pobres. ¿Dónde están las noticias sobre la pobreza, las necesidades y los desastres, o las soluciones a estos problemas?
Escribe, no sólo desde sus estudios de periodismo, sino sobre todo desde la experiencia de años de servicio a los que el mismo Papa Francisco nos está llamando a fijar la atención hoy, con sus palabras y acciones: los que viven en las periferias, que son nuestros hermanos y hermanas.
David escribe en la revista «Your servant Leader», 11 de junio de 2015:
Hoy no voy a escribir sobre el tema de portada. Realmente, no quiero ni pensar en ello.
Todos los días los medios de comunicación nos inundan con nuevas distracciones sobre temas al parecer cada vez menos importantes. Mientras tanto, los temas de interés periodístico no reciben la atención que se merecen.
En la universidad de periodismo, los profesores realmente honestos y que tenían experiencia real, comentaban que la sangre y las vísceras venden, al igual que el sexo, las rarezas, lo bizarro, lo pecaminoso y los desastres provocados por el hombre o la naturaleza. Las buenas noticias sobre los cuidados, el heroísmo, el amor y la fe son lo que decimos que queremos pero no lo que compramos.
Pero eso fue, ay, hace más de 30 años. Ahora tenemos los medios digitales, noticias las 24 horas 7 días a la semana, más contenido y más ruido de fondo. Como he escrito en una columna anterior, los desastres no se mantienen en la primera página. Así que, ¿por qué lo hacen Miley Cyrus, las Kardashians, los políticos criminales y las estrellas de cine? Nos hemos convertido en una nación de perros persiguiendo ardillas, con la misma capacidad de atención que las moscas de la fruta.
¿Dónde quedan los lamentos de los millones de estadounidenses que son pobres? ¿Dónde están las historias sobre las pobrezas, las necesidades y los desastres, o las soluciones a estos problemas? «No son suficientemente atractivas», dicen. «A nadie les importa», dicen. «Vuelve a mí cuando Angelina Jolie haga una visita y hablaremos».
Eso está bien; no envidio a alguien que encuentra una manera de hacer dinero. Pero llámalo entonces entretenimiento y no periodismo que intenta establecer agendas. Pero cuando las actividades y opiniones de un pequeño porcentaje de nuestra población pasan de los reportajes al espacio de noticias y de opinión, no cuenten conmigo. No tengo tiempo que perder en ellos.
Nosotros los vicencianos tenemos unas familias que mantener y unas comunidades que fortalecer. Necesitamos tiempo para discutir soluciones. Necesitamos tiempo para recibir una formación adecuada, para orar y vivir en comunión los unos con los otros y con aquéllos en los que tratamos de encontrar el rostro de Cristo. Por supuesto, tenemos de vez en cuando algún rato para el entretenimiento, y elegimos con cuidado cómo pasar estos preciosos momentos.
Tal vez los medios y el gobierno están confabulados para distraernos de lo importante. ¿Por qué preocuparse por el impacto de un presupuesto nacional sobre la pobreza, si podemos votar para que expulsen a alguien de una isla? ¿Por qué preocuparse por las luchas de una madre soltera y sus niños que viven en la calle, cuando podemos interesarnos sobre el último concurso de telerrealidad en la televisión? ¿Por qué trabajar para conseguir familias y sociedades fuertes, cuando podemos leer sobre los alborotos y los estilos de vida de los pervertidos y quizás enfermos mentales?
Pues bien, trabajadores de los medios de comunicación: como una vez dediqué un importante tiempo para leer en un verdaderamente buen libro, «Get Thee Behind Me, Satan», no tengo ni el tiempo ni la energía para estas historias sobre lo extraño, lo excitante o los gritos de las celebridades que no lo merecen. Tengo trabajo que hacer en favor de mi familia y de mi Dios. ¡Fuera de mis periódicos, revistas y mis pantallas!
No voy a odiar a los demás, porque los católicos no odiamos, sino amamos. Lo entenderíais si dedicáseis un poco de tiempo a conocernos en lugar de a las celebridades y los manifestantes que vosotros creasteis. No, no te voy a odiar, pero voy a optar por ignorar y no gastar mi dinero en tu producto. Este lenguaje, el de la cartera, es al que prestas atención y entiendes.
Así que llámame cuando a Sra. Jolie o la Sra. Cyrus o una Kardashian quieran saber sobre los pobres o sobre nuestra fe católica puesta en acción. Estoy seguro de que podremos invitarles a acompañarnos en una visita domiciliaria. E incluso tú, periodista, podrás informar en tu medio sobre la visita.
Suyo en Cristo, Dave
Tomado de: FamVin EN
Traducción: Javier F. Chento
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