Con motivo de la beatificación de Monseñor Óscar Romero, ofrezco estos pensamientos a la Familia Vicenciana:
Ambos escucharon las palabras de Jesús en Lucas: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para dar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos».
San Vicente tomó estas palabras como el punto fundamental de su vida y la de los que siguieron sus pasos. En, quizás, su más famosa conferencia sobre «El fin de la Congregación» (06 de diciembre 1658), afirma:
«… dar a conocer a Dios a los pobres, anunciarles a Jesucristo, decirles que el reino de los cielos está cerca y que es para los pobres. Oh, ¡qué grande es esto!… tan sublime es predicar el evangelio a los pobres que es, por encima de todo, el oficio del Hijo de Dios».
El beato Óscar Romero escribió:
«Cuando hablamos de la Iglesia de los pobres, no estamos utilizando la dialéctica marxista, como si hubiera otra iglesia de los ricos. Lo que estamos diciendo es que Cristo, inspirado por el Espíritu de Dios, declaró: ‘El Señor me ha enviado a predicar buenas nuevas a los pobres’ —palabras de la Biblia—, así que debemos hacernos pobres para que nos escuchen».
En 2001 José Vicente Nacher Tatay, CM ofreció estos signos de un profeta en el artículo «El carácter profético del carisma vicenciano»:
—Los profetas irradian trascendencia. Si el profeta es aquél que habla en nombre de Dios, entonces seguramente el signo más claro de autenticidad profética es que podemos ver a Dios en él o ella.
—Tienen contacto vital con las necesidades humanas graves. «El ciegos ven, los cojos andan, los pobres acogen la buena noticia que se les predicó.» Los profetas no sólo claman por justicia, también caminan junto a los pobres en la senda hacia la liberación.
—Viven en la solidaridad con los demás. En un mundo donde hay tanto individualismo, el profeta proclama la corresponsabilidad, la familia, la integración, la unidad de la humanidad.
—Son testigos de una vida sencilla. Los profetas saben lo que es importante en la vida. Sus valores son claros. Buscan la «única cosa necesaria». Todo lo demás es secundario. Por esta razón, hay una hermosa simplicidad en sus vidas.
—Comunican alegría. La alegría y la paz del Señor brillan a través de los profetas. Cantan un cántico nuevo. El Señor resucitado está vívidamente presente en sus palabras y en sus acciones. Son personas de resurrección y el aleluya es su canción.
Ciertamente, estos signos estaban presentes tanto en el beato Oscar Romero como en San Vicente de Paúl.
El mismo autor concluye con estas reflexiones para la Familia Vicenciana y con ello le desafía es ser oyentes… y a poner en práctica las palabras de Jesús.
Nuestro carisma vicenciano sólo podrá ser proféticamente creíble si realmente lo vivimos. La clave de la profecía es la fidelidad (recordar). Cualquier otra cosa sería un escándalo, una mentira, una historia sobre alguien que dio y luego tomó para sí lo que había dado. Así pues, seamos fieles a nuestra vocación y fieles al Señor, origen de nuestra vocación. Si somos fieles al carisma, el carisma nos mantendrá fieles.
Discernimiento: ¿Intentamos vivir lo que viene de Dios? ¿Es este el momento propicio? ¿Estamos dispuestos a aceptar las dificultades? ¿Estamos dispuestos a entrar en la dinámica del Misterio Pascual (morir para vivir)? Si lo estamos, entonces sí, tenemos un lugar en la Iglesia porque el Espíritu Santo nos ha dado dones (dones para el servicio, dones para evangelizar a aquellos que son pobres).
Podemos resumir todo esto con las palabras que Robert Maloney escribió después de conocer a una anciana Hija de la Caridad en China, que había reunido a su alrededor a un grupo de cinco aspirantes: Yo me pregunto: ¿Qué hizo la hermana, que está casi ciega y sorda, para atraerlas? La respuesta que se me ocurrió es esta: honestamente, ella no hizo casi nada, pero vivió con enorme fidelidad, alegría y paz, llena de fe en la presencia del Señor. Ella era, y sigue siendo, un testimonio profético de los evangelios.
Concluimos con las palabras de Juan Pablo II, palabras dirigidas a las Hijas de la Caridad durante su Asamblea General de 1997 que, con su permiso, dirigimos a todos los vicencianos: El carisma del señor Vicente está ardiendo hoy y es tu responsabilidad, junto a tu familia espiritual, el mantenerlo vivo allí donde estás.
Tomado de: FamVin EN
Traducción: Javier F. Chento
Fechas en la vida del beato Óscar Romero:
- 15 de agosto de 1917: Nació en Ciudad Barrios, El Salvador.
- 4 de abril de 1942: El joven Óscar Romero es ordenado sacerdote.
- 21 de abril de 1970: Nombrado por Pablo VI obispo auxiliar de San Salvador.
- 21 de junio de 1970: Consagrado obispo.
- 3 de febrero de 1977: Arzobispo de San Salvador.
- Marzo de 1977: Elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador.
- 1979: Candidato al Premio Nobel de la Paz.
- 24 de marzo de 1980: Es asesinado mientras oficiaba misa en la capilla de un hospital de enfermos de cáncer en la capital del país.
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