Día de Oración y Ayuno Vicentino
Martes 07 de abril
Año de la Vida Consagrada
Esto es mi cuerpo – Gente de la toalla y el agua – Aceptemos el perdón de Cristo – En busca de la Vida
Querida Familia Vicentina: Oremos: por los ojos, para que podamos ver la nueva vida resurrecta en todos los lugares. Jesús resucitado: remueve Señor las escamas de nuestros ojos, cansado de la Cruz e impaciente en el sufrimiento. Cuando nos hemos resignado a morir, agítanos Señor y despiértanos a tu victoria sobre la tumba. Transformanos para que podamos llegar a la tumba buscando la Resurrección. Roguemos al Señor. ¡Amén!
Esto es mi cuerpo – La liturgia del Jueves Santo se centra en el cuerpo de Cristo. Los pies lavados son del cuerpo de Cristo. El pan bendecido en realidad se convierte en el Cuerpo de Cristo. Se ofrece a todos con las palabras sencillas: «El Cuerpo de Cristo.» No solamente recibimos el Cuerpo de Cristo; somos llamados el cuerpo de Cristo. Como Vicentinos le servimos a Él y a Su cuerpo cuando visitamos a los necesitados. Servimos Su cuerpo quebrantado y confuso atendiendo a los refugiados en los desastres naturales, al visitar a los presos, al sentarnos con los que están solos, desmoralizados y cansados, y en los que están enfermos o sufren adicciones. Cuando servimos, no importa cuán horrible parezcan las cosas, estamos sirviendo a Cristo y es bueno pensar en la cruz y reconocer el cuerpo quebrantado de Cristo. Estamos llamados a servir y a estar presentes en el cuerpo de Cristo en todo aquel que Él pone ante nosotros. Su breve oración puede ser: «¡Esto es mi cuerpo!» Él nos da porque nos ama y nos quiere amar para que sirvamos a Su cuerpo en otros.
La gente de la toalla y el agua – Este fue nuestro tema nacional en Canadá hace unos años. Siempre ha sido mi favorito. La vida requiere de nosotros el lavar y el ser lavados. Pienso en ello cuando visito a los necesitados. Y en un par de ocasiones hemos tenido que lavar los pies y no era Jueves Santo. Creo que el sentimiento al lavar los pies es de servidumbre. Somos siervos de todos los necesitados. Cuando veo las imágenes del Papa Francisco lavando y besando los pies de los presos y a mis propios párrocos que lavan los pies el Jueves Santo a los miembros de la Regional de la Conferencia y los besa, me siento muy honrada. Cuando volvimos a casa después de la misa del Jueves Santo, Tony (mi marido) y yo nos lavamos los pies el uno a la otra y viceversa.
Es verdaderamente humillante, a la vez que un acto de amor. Seamos verdaderos siervos de los demás. Seamos personas listas con la toalla y el agua. Con frecuencia tenemos la toalla para limpiar las lágrimas y el agua para limpiar los corazones y las almas. Hagámoslo en todos los sentidos, como Cristo lo hizo. Él ayuda hoy para continuar sirviendo a todos los necesitados y quienes les traen su amor y esperanza. Dios está muy contento con todos nosotros, por eso que nos dio a su Hijo. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia,» Juan 10:10b
Aceptemos el perdón de Cristo – Él nos ama hasta el punto de morir por nosotros. Es difícil de creer que somos perdonados por todo, no importa cuán malos sean nuestros pecados. Cuando vamos a Él y los confesamos, Él está listo con una sonrisa, un abrazo y el perdón. Él perdona siempre; sólo tenemos que pedírselo y tratar de mantenernos limpio. Tenemos problemas para aceptar el amor de Dios. Él nos ama y piensa que somos hermosos. Parece que no aceptamos éste concepto del amor del Padre. Desechamos Sus planes para nosotros a veces y nos volvemos un poco egoístas. No podemos ver nuestra belleza, aún cuando otros pueden. Nos cegamos del plan de Dios para nosotros. El egoísmo nos impide ver la posibilidad de que Dios pueda tener una mejor idea. Tuve dos visitas ayer, una de alguien nueva y otra de alguien que conozco de hace rato. La primera dama fue verdaderamente encantadora y se lo dije. Ella se sintió sorprendida; no sabía que tenía su belleza. Así que le dije que Dios pensaba que ella era hermosa e importante. Se sintió alagada. Su sonrisa era tan expresiva que se podía ver el rostro de Dios. La siguiente fue la visita de alguien ya conocida de hace mucho tiempo, alguien un poco difícil. Esta señora tiene tantos problemas. La mayoría de nosotros totalmente colapsaríamos si tuviéramos la mitad de sus problemas. Con el fin de ayudarla, tenía que establecer algunas reglas básicas para ayudarle a luchar con su deuda. Recé mucho y de alguna manera me fluyeron las palabras adecuadas. La visita se extendió y le dije lo mucho que la amaba y que Dios la amaba. Ella se sintió abandonada y luego comenzó a sonreír. Me dijo que estaba regresaba a la oración y que buenas cosas le estaban sucediendo. Aceptar y escucha a Dios es siempre una buena cosa. Alguien me preguntó cómo me sentía. ¿Sabes? Bueno, estaba tan agradecida porque Él estuvo conmigo en ambas visitas. Me sentí y todavía me siento muy bien. Dios es bondadoso todo el tiempo.
Buscando la Vida – En la mañana de Pascua, a las afueras de la tumba, Jesús le pregunta a una María Magdalena en duelo, «¿A quién buscáis?» Ella no le puede ver porque ella está buscando a un hombre muerto, puesto en un sepulcro. ¿Con qué frecuencia buscamos a los muertos entre los muertos? Debemos centrarnos en la vida y para los próximos 48 días hasta Pentecostés, preguntarnos: «¿Estoy en busca de Cristo resucitado?» ¿Es Él el que está aquí? ¿Le has visto hoy? Escribe lo que ves en tu diario; discútelo con sus hijos. Ayúdense a descubrir al Cristo Resucitado en los unos y en los otros en aquellos otros a los que conocemos, y que están en medio de nosotros. Cuando practicas a buscar al Cristo Resucitado cada día es como sacar vida de la muerte. Tenemos que quitarnos nuestras gafas oscuras y ser testigo de Dios en todas las cosas y, por supuesto, sobre todo en aquellos a quienes servimos.
No siempre son las personas más limpias o más satisfactorias, pero Dios nos las ha dado a nosotros para ver al Cristo resucitado en ellos y dejar que Dios sea el juez.
Bendiciones,
Lynn
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