Día de Oración y Ayuno Vicentino
Martes, Febrero 17
Año de la Vida Consagrada
¿Por qué el Mártes? – La Gente de la Pascua – La Cuaresma Comienza con la Ceniza – Celebremos la Familia

¿Por qué el mártes? – ¿Por qué orar y ayunar el mártes? Fue un reto para mí como Vicentina hacer más que servir en la Sociedad de San Vicente de Paúl y sentirme bien haciéndolo. Nosotros los bautizados somos auténticos seguidores de Jesús, si a imitación de él, somos humildes y sufrientes siervos de Dios. También es importante saber que no estamos solos. Como Vicentinos seguimos el ejemplo de Jesús. Y si somos parte de la familia vicentina no es por un accidente. Debemos continuar orando por nuestro trabajo, que es obra de Dios y oremos siempre. Somos los elegidos de Dios y somos enviados para servir y evangelizar a los pobres. . Nos dirigimos a la puerta de los que viven en la pobreza, los abatidos, los encarcelados, los adictos y todos los que no tienen esperanza. Ningún acto de caridad es ajeno Traemos la alegría y la esperanza con nosotros y servimos humildemente para levantarlos de su pobreza, más que la material, la espiritual. Y no podemos tener éxito sin la oración y el ayuno. O, como San Vicente de Paúl nos instruye, con respecto a los pobres, nuestra misión es predicarles el Evangelio a ellos para consolarlos, para remediar sus necesidades espirituales y temporales, para ayudarnos a nosotros mismos en todos los sentidos y para que los demás les ayudan igualmente (XII: 87). No podemos hacer esto solos; necesitamos la guía a través de la oración y el ayuno. Oh Dios, ayuda a todos los bautizados a ser como Cristo y que seamos humildes y suframos como tus siervos por aquellos en situación de pobreza. ¡Amén!

Las Personas de la Pascua: – Somos la gente de la Pascua; oramos, reflexionamos, ayunamos, hacemos sacrificios, abrazamos nuestro compromiso y servimos. Esta es la razón de nuestra oración y reflexiones de ayuno de los martes. Es más fácil elegir un día y saber que no estamos haciendo esto por nosotros mismos, sino para Dios y por los que Él pone ante nosotros. Oramos por la santidad, el servicio y el compromiso con los más pobres y oramos por la orientación de la Trinidad. Nos esforzamos para servir a Cristo en todos los que sufren. Vivimos ésto cada día, y no es temporal; es de siempre. El mérito de nuestro servicio no pertenece a nosotros, sino a nuestro Señor. Y hacemos Su voluntad! Lo mejor que hacemos en esto es decir, «Sí», el resto de la gloria le pertenece. Mantengamos sus ojos en la Cruz – Él murió por mí, Él murió por ti.

Incluso si fuéramos los únicos sobre la tierra Él se hubiera muerto por nosotros y nos llamaría a servir. Tenemos que orar, reflexionar, sacrificar y comprometernos a nuestro llamado para servir a la justicia, la paz, la alegría y la esperanza. Oremos por esto siempre y mantengamos nuestro enfoque en Dios.

La Cuaresma Comienza con la Ceniza: – Recibimos la vida de parte de Dios, en el tiempo que Dios nos la dá. Aprendemos cada día de las Escrituras, cómo vivir nuestra vida. Dios no se somete al reloj.

Dios escogió revelarse a nosotros a través del Hijo a su debido tiempo. Vivimos para ser liberados del pecado. No se nos dá de un solo puñado, sino que siempre está fluyendo. Nos dieron estos 40 días de la Cuaresma comenzando con las

cenizas para recordarnos que al polvo volveremos porque del polvo somos, y tenemos que vivir dentro del tiempo confiando en que el pecado puede ser erradicado de nosotros si estamos abiertos a la obra de Dios en nosotros. Cuando fallamos (y lo vamos a hacer), tenemos que recordar que Dios nos salvará de nosotros mismos en el tiempo de Dios. Me gusta pensar en la Cuaresma como nuestra ‘venta de garage’ personal. Es el momento de deshacerse de los calaches en nuestro desván. Aprovechemos éste tiempo para ser mejores siervos. A menudo queremos renunciar a la comida y las cosas y la mayoría de las veces se hace por perder peso o estar saludable. A lo que realmente necesitamos renunciar es a algunas de nuestras actitudes y amar más. Renunciemos a esas cosas que no nos acercan a Dios y hagamos los sacrificios en en el viaje Cuaresmal del amor y la alabanza a Dios. Renunciemos a lo que nos mantiene alejados de Él.

Celebremos la Familia – La familia comienza con el matrimonio. Del 7 al 14 de febrero es la Semana Nacional del Matrimonio. También celebramos el Día de la Familia el 16 de febrero en la Provincia de Alberta, Canadá. Todo el mundo tiene un día de fiesta para estar con su familia. En nuestra parroquia nos dimos cita la noche del 7 de febrero con una misa de renovación de votos, y un encuentro social; es algo muy popular. Para las parejas casadas se hace algo especial en esta semana y renovamos nuestros compromisos el uno con el otro dándonos una bendición. Como parejas casadas somos un símbolo y un ejemplo para nuestros hijos y nuestros nietos. Los mejores elogios que Tony y yo hemos recibido, ha sido cuando los nuestros hijos han dicho que quieren que sus matrimonios sean como el nuestro. Nuestra consigna es: para siempre y un día. Ahora recientemente nuestra nieta acaba de comprometerse. Ella me pidió que le diera consejos de cómo ella quiere que su matrimonio sea largo y amoroso como el nuestro. Esto a menudo hace que Tony y yo riamos porque sabemos que no somos perfectos – solo hay seguir adelante y que Dios para que esté con nosotros. Él hace el ‘trio’ en nuestro matrimonio. Por lo tanto, celebramos la familia y alabamos a Dios por la belleza de nuestra familia. Él nos ha dado un gran regalo. Sí, es una montaña rusa, pero nos las arreglamos para permanecer dentro de la pista. Demos gracias a Dios. Celebre a su familia siempre. Celebremos nuestra Familia Vicentina. Dé a las familias que servimos: esperanza, dignidad y alegría.

Bendiciones, Lynn

Oración Vicentina para el 17 de febrero del año 2015, traducida al español por Jess Camalari / página dos de cuatro

Querida Familia Vicentina: Por el coraje de morir las pequeñas muertes que nos trae nueva vida, ¡roguemos al Señor!. Por la paciencia para esperar el tiempo de Dios, ¡roguemos al Señor!

Dios de cenizas, que entró a la tumba de la muerte para mostrarnos que no necesitamos temer a la muerte. Esta Cuaresma, enséñanos a morir para que podamos resucitar contigo, día a día, y al final de nuestras vidas en la tierra, haznos personas de polvo, cuyas vidas sean un testimonio de la vida que tú levantas de las cenizas. Amén.

Oremos aún más durante la Cuarezma. Deje que sus sacrificios sean significativos para Dios y para otros que a su vez sean una bendición para nosotros.

Por favor, visiten el sitio www.famvin.org y otros enlaces de abajo. Si usted sabe de alguien que quisiera estar en esta lista oración de los martes, pidan enviarme un correo electrónico o envíenme su dirección de correo electrónico.

Cada uno tiene una historia. Necesito historias para completar el segundo libro de Historias vicentinos del Corazón. Envienme historias de servicios que le hayan tocado su corazón. Mantenga el nombre confidencia, si quierel. Si ha ayudado a alguien a quien le gustaría compartir su historia, por favor siéntase libre de añadirle. Le enviaré un contrato para firmar por la originalidad y autenticidad.

Bendiciones,

Lynn

La verdadera vida viene de la muerte en el arrepentimiento. Dios del tiempo y de la historia, dános paciencia para esperar en tu atemporalidad. Alivia el dolor en nosotros para tener todas las cosas ahora. Muéstranos la gracia que está presente en cada momento. Llénanos con la confianza de que tú estás en control y que todo estará bien a su debido su tiempo. Amén.

¡Oh, cómo nos encantaría tener la libertad de nuestro pecado: sin la muerte de ser humillado, sin admitir que estamos equivocados, sin tratar de corregir nuestros errores, y sin disculparnos! Pero la libertad sin la humildad es una máscara de perfecta arrogancia. La libertad de la vida en Dios viene de nuestro morir en uno mismo, del arrepentimiento, de reconocer nuestro quebrantamiento, y de sentir el morir en nosotros mismos que nos puede alejar del pecado. La Cuarezma es un tiempo de elegir la vida precisamente por caminar con las manos abiertas en pequeñas muertes. Al decir que no a nuestros pecados habituales durante 40 días, nosotros elegimos voluntariamente a morir un poco. Se siente incómodo, tal vez incluso doloroso, el retener nuestras lenguas a los insultos, a decir no al sarcasmo, a comer menos azúcar, o ir a la cama a tiempo en vez de ver otro programa de televisión.

Estas pequeñas cosas nos abren a la vida que viene de negarse a juzgar, de hablar suave, de conseguir una buena nutrición y suficiente sueño. La salvación no es una varita mágica que Dios nutre por nosotros cuando Él decide que ya ha tenido lo suficiente de nuestra basura. La salvación es derramada por nosotros en cada momento, y llegamos a participar en ella, trabajando activamente con Dios como Él derrama Su vida en nosotros día a día.

El Sacramento del Matrimonio

7 a 14 de febrero es la Semana Nacional del Matrimonio 2015. El matrimonio es una práctica común a todas las culturas de todas las edades. Es, por lo tanto, una institución natural, algo común a toda la humanidad. En su nivel más básico, el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer con el propósito de la procreación y el apoyo mutuo, o el amor. Cada cónyuge en un matrimonio se da por vencidos algunos derechos sobre su vida a cambio de los derechos sobre la vida del otro cónyuge. Es dar y recibir.

El suicidio asistido

Los católicos estámos llamado por su la fe a ayudar a todos los necesitados, especialmente a los pobres, los que sufren y los moribundos. Consolar a los moribundos y acompañándolos en el amor y la solidaridad ha sido considerado por la Iglesia desde sus comienzos una expresión principal de la misericordia cristiana.

Sin embargo, ayudar a alguien a cometer suicidio no es ni un acto de justicia, ni de misericordia, ni forma parte de los cuidados paliativos. La vigente decisión de la Corte Suprema de Canadá no cambia la enseñanza católica.

«[Un] El acto u omisión que, por sí misma o por la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y el respeto que se debe al Dios viviente, nuestro Creador.» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2277).