El P. Luis María Martínez Sanjuan, C.M., de la Provincia de los Paúles de Zaragoza (España), nos ofrece esta reflexión en forma de un Power Point que podréis descargar a continuación.
No me lo digas. Ya sé que tu talento es más de 5. O sea que, ¡a desarrollarlo!
¿Me dejas que te diga algo del “bueno” del único talento. Hay quien ha dicho que su problema es la poca confianza en Dios, que quería tenerlo a raya. Y que ese miedo lo tienen algunas personas aparentemente religiosas… A éstos hay que repetirles con Jesús, una y otra vez: «no temáis».
Si hay alguna imagen de Dios de la que la Biblia y Jesús quieren liberarnos, es ésta: el Dios del miedo. Dios puede ser terrible, pero no temible; puede parecer abrasador, pero es purificador; y es exigente, pero la suya es una exigencia liberadora.
Dios no es nuestro propio «superego», ni las durezas terribles de esta vida son castigo suyo. Otra variante de ese «Dios del miedo»: el miedo de aquél que teme no la justicia, sino —propiamente hablando— la Misericordia de Dios. Se trata de cumplir con Dios y «estar en regla» con El. Aunque esta actitud se enmascare muchas veces como «fidelidad», es una actitud que brota del miedo.
Aquel pobre hombre, de corazón estrecho, confiesa cómo ve él a Dios: «…eres duro y cosechas donde no sembraste»; o sea: eres un capitalista rapaz. Por eso declara él mismo que su sentimiento dominante era el miedo (Mt 25, 25) y que ese miedo le llevó a buscar la manera de cumplir con Dios: «aquí tienes tu talento, enterrado y puesto a buen recaudo bajo tierra…»
– ¡Eh!… ¡No te enrolles, macho! – Pues vale: ¿Tú con cuál te identificas? ¿Qué estás haciendo con tus talentos? Aunque quizá no te pareces a ninguno; puede ser que lo tuyo sea la comodidad.
¿Sabes? Yo confío en Dios y confío en ti. Y por eso te puedo decir: Un abrazo gordote o “chillao” a lo Don Pedro Luis, o como quieras: Luis Mari.
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