«”Angelus Domini nuntiavit Mariae, et concepit de Spiritu Sancto”.”Se trata de una oración que se hace para dar gracias a Dios, por haber venido a este mundo a encarnarse por nuestra salvación”» (SVdeP IX, 1104)
El ángel saludó a María, diciéndole: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. María recibió plenamente la bendición con que Dios nos ha colmado en Cristo, “para que fuéramos, como dice San Pablo, santos e irreprochables ante sus ojos, por el amor”. El Libro del Génesis, que leemos en esta celebración, anuncia la victoria de la descendencia de la Virgen, es decir, de Cristo, sobre Satanás.
Lucas hace una comparación entre la anunciación a María y la anunciación a Zacarías. La esposa de éste, de avanzada edad, ha concebido un hijo. Ahora Dios se fija en una joven, el otro extremo de Isabel.
Zacarías, sacerdote que oficiaba en el templo, que era tenido por muy cercano a Dios, no cree en el anuncio que le hace el ángel. María, mujer pobre, humilde y sencilla, de un lugar muy lejano del Templo de Jerusalén, le dice “sí” al proyecto de Dios, acepta lo increíble y lo más deseado en la historia de su pueblo, ser la Madre del Mesías.
Los grandes planes de Dios, suceden en lo sencillo, en lo que no es importante en la estructura social, política, económica y religiosa, es decir, en lo cotidiano, en los pobres.
Este anuncio revela la novedad de Dios en Jesús, que en lugar de limitar lo sagrado al Templo y los oficios religiosos, desea santificar la vida con sus tareas, luchas, fiestas y fatigas.
Celebrar la Inmaculada Concepción de María es comprometernos con los planes de Dios para con la humanidad: la salvación para todos, sin exclusiones ni divisiones.
El Concilio de Éfeso, en el año 431, proclamó la divina maternidad de María, y por más de mil años la Iglesia no juzgó necesario definir las doctrinas implicadas en esa proclamación.
En 1854 (Veinte años después de las apariciones de la Santísima Virgen a Santa Catalina Labouré) el Papa Pío IX, en la Bula Ineffabilis Deus definió solemnemente la Doctrina de la Inmaculada Concepción y la Virgen reconoció este título en Lourdes: “Yo soy la Inmaculada Concepción”
Para conocimiento y meditación personal, he aquí las palabras de la Bula Ineffabilis Deus (Inefable Dios) en que se define como Dogma de Fe la Inmaculada Concepción de María: “Para honor de la santa e indivisa Trinidad, para gloria y ornamento de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y acrecentamiento de la religión cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles”
Que el Señor fuente de vida, nos permita reflexionar en nuestra profunda interioridad, ¿cómo estamos aceptando hoy la voluntad de Dios en nuestra propia vida? ¿Cómo aceptamos y defendemos la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, ante los ataques constantes, que como un alud vienen en contra de este Dogma de Fe?
«Su madre siguió siendo virgen y fue siempre casta» (SVdeP IX, 370-371).
Tomado de la Sociedad de San Vicente de Paúl en España
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