(Homilía predicada a un grupo de misioneros de la Congregación de la Misión jubilados reunidos para la Eucaristía diaria en su Enfermería de Filadelfia).
Tanto Isaías como Juan el Bautista presentan un vívido escenario de Adviento: todos los valles allanados, las montañas reducidas, los caminos sinuosos enderezados, las calles ásperas allanadas. Parece una vasta obra de construcción de carreteras, en la que durante meses se moverán gigantescas rocas y se transportarán enormes montones de tierra. Su objetivo es hacer más fácil «ir de aquí para allá», ofrecer a la gente una forma mejor y más fluida de llegar a su destino.
La escena evoca lo que todos vosotros, sacerdotes y hermanos paúles, habéis hecho a lo largo de vuestras vidas. De mil maneras diferentes, habéis trabajado para ayudar a la gente a «llegar de aquí a allí», entendiendo por «aquí» los lugares de los que han partido, y por «allí» el lugar al que Nuestro Señor les ha estado conduciendo.
Cada uno de vosotros podría contar historias dignas de recuerdo sobre cómo habéis ayudado a la gente a superar obstáculos, a caminar por senderos más rectos y a ver con mayor claridad lo que es importante, todo ello a la luz del Evangelio, todo ello creando vías para que brille la presencia del Señor.
Os invito a que analicéis estas experiencias ministeriales a través de la lente de dos frases que Pablo utiliza en el capítulo inicial de su carta a los Filipenses (1,4-6.8-11).
La primera se refiere al papel que habéis desempeñado a lo largo de los años ayudando a que la Buena Nueva cobre más vida. Palabras de agradecimiento de Pablo por ello: «Con alegría, ruego siempre por vosotros, en cada una de mis oraciones, por vuestra colaboración en favor del Evangelio».
Es este misionero de hace tantos siglos el que ora agradecido por los esfuerzos que todos vosotros habéis realizado para proclamar el Reino de Jesús. Expresa su agradecimiento por vuestras labores para llevar la sanación del Evangelio a aquellos a los que habéis ayudado, aconsejado, inspirado, enseñado y predicado, todo hecho, como dice Pablo, en «vuestra asociación para el Evangelio».
La segunda es lo que predice sobre el futuro de estos esfuerzos evangelizadores. Sus palabras: «Estoy seguro de que el que comenzó en vosotros las buenas obras las irá completando hasta el día de Jesucristo». Pablo insiste en que hay muchas razones para confiar en que el bien que habéis hecho (y que estáis haciendo) en vuestra vida de servicio continuará en el futuro de Dios.
Resumiendo. Que ayudéis a la gente a «ir de aquí para allá» en sus esfuerzos por seguir al Señor no sólo merece el elogio de Pablo, sino que también conlleva la garantía del Padre de Jesús de que el servicio que habéis prestado a lo largo de los años dará fruto, y que vuestros esfuerzos por proclamar el Evangelio llegarán a su plenitud en el tiempo señalado por Dios.
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